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LA ESCLAVITUD EN EL MUNDO ANTIGUO 831 Al mismo tiempo llama al amo a tratar a su esclavo como compañero en el espíritu 127; como si se tratara de su propio hijo, porque éste también es criatura de Dios, «y llama padre al Señor del cielo y árbitro de todo poder»128. En la misma línea de acción se sitúa Lactancio, que lleva su pensamiento al terreno de lo prác­ tico 129. En la misma vía de pensamiento se sitúa san Gregorio Magno. Éste, desde un planteamiento más pragmático, explica cómo debe ser el comportamiento del siervo y de su amo. Ambos deben tener conciencia de su ser de creaturas, pues ambos son obra de un mismo Señor. Cada uno desde su puesto se deberá caracterizar por una acti­ tud eminentemente humilde. Para iluminar esto, utiliza diversos tex­ tos paulinos. «A los siervos, a saber: que tengan siempre presente la humil­ dad de su condición, y a los señores que no se olviden que son de la misma naturaleza que sus siervos. A los siervos se les debe amo­ nestar que no menosprecien a sus amos, no sea que ofendan a Dios, contraviniendo por soberbia su ordenación; también se debe amonestar a los señores que se ensoberbecen contra Dios por su condición si no se reconocen como iguales, por comunidad de naturaleza, a los que tienen como súbditos por las circunstancias de la vida. A los primeros se les debe amonestar que consideren que son siervos de sus señores, y a los segundos, que mediten que son consiervos de sus siervos. Pues a los siervos se les dice: “Sier­ vos, obedeced a vuestros señores carnales” (Col 3, 22). Y en otro lugar: “Todos los que están bajo el yugo de la servidumbre han de estimar a sus señores como dignos de honor” (1 Tim 6, 7). A los 127 Cf. S an A mbrosio , Epistulae, 36, 31 (PL 16, 887; CC SL 160, 20). 128 «Est et patrem appellat dominum coeli, moderatorem potestatum omnium»: Ibid. 129 Cf. L actancio , Divinarum Institutionum, 5, 15 (P L 6, 598): «Nam sicut omni­ bus unicum suum lumen aequaliter dividit, emittit omnibus fontes, victum subminis- trat, quietem somni dulcissimam tribuit: sic omnibus aequitatem virtutemque largitur. Nemo apud eum servus est, nemo dominus. Si enim cunctis idem pater est, aequo iure omnes liberi sumus. Nemo Deo pauper est, nisi qui iustitia indiget; nemo dives, nisi qui virtutibus plenus est; nemo denique egregius, nisi qui bonus et innocens fuerit; nemo clarissimus, nisi qui opera misericordiae largiter fecerit; nemo perfectis- simus, nisi qui omnes gradus virtutis impleverit».

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