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LA ESCLAVITUD EN EL MUNDO ANTIGUO 811 des. Pero al mismo tiempo deben evitar toda interpretación errónea; por ello Teodoreto, refiriéndose a la argumentación paulina en la pri mera carta a los corintios, quiere hacer caer en la cuenta a sus lecto res de cómo la religión no puede ser un pretexto para huir de la escla vitud, que también forman parte de los deberes personales91. El ideal de la vida perfecta, para los cristianos, se alcanza en la otra vida; y ésta, para el creyente en el Señor, tiene un precio muy relativo. Vale únicamente en cuanto medio de expiación y de prueba necesaria para alcanzar el ideal. La Iglesia, sin atacar directamente las leyes que establecían la esclavitud, fue quitándoles fuerza, difundiendo ideas que pugnaban radicalmente contra ella; una práctica mucho más sutil y eficaz, que además no la enfrentaba con el poder civil establecido. Taciano, escritor cristiano del siglo n, en una actitud apologéti ca ante la acusación que se hacía a los cristianos de querer destruir los ordenamientos sociales existentes, escribe: «¿El rey me manda servir al amo? Reconozco gustosamente mi estado servil, porque al hombre no va negado el respeto que le es debido; pues éste se ha de tener únicamente a Dios, el cual no puede verse por ojo humano, ni comprenderse por arte huma no. Y a este Dios, si se me manda negarlo, sólo a esto no obede ceré, y estaré dispuesto a morir, antes que a hacerme juzgar por mentiroso e ingrato... si soy esclavo, soporto mi esclavitud; si libre, no me enorgullezco de mi libertad, porque veo el mismo sol luciendo para todos, y a todos concurrir en la muerte, ya sea que se viva en la abundancia, ya sea que se languidezca en la priva ción. El rico siembra, y de su misma simiente se sirve el pobre; mueren los ricos y los pobres; de muchas cosas no necesita el rico, aunque cobre honor y fidelidad; el pobre y el moderado desean cuanto a él sobra, fácilmente se extinguen»92. Son muchos los Padres griegos y latinos que han tratado el tema con cierta amplitud recomendando el respeto mutuo entre amos y esclavos, así aparece en la Didaché: 91 Cf. T eo do reto , In I. Ad Cor., c. 7, § 21-22 (PG 82, 279). 92 T aciano , Oratio ad graecos, § 11 (PG 6, 830).
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