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LA ESCLAVITUD EN EL MUNDO ANTIGUO 809 propios. Es sabido que algunos hombres se vendían como esclavos para salir de la situación en la que se encontraban y, cuando se veían recuperados de ésta, compraban nuevamente su libertad. Lo que más resalta en este pasaje es la dureza de la afirmación que le dirige el señor al siervo: le llama siervo perverso. 2.2 . E l concepto de esclavitud según los P adres de la I glesia En torno a la institución de la esclavitud se dan opiniones bas­ tante diversas a lo largo de la patrística. Como línea general se cons­ tata una atención especial a la vida interior, olvidándose más de lo exterior, como ya había ocurrido en el Nuevo Testamento. Valores como la caridad y la humildad son los que configuran la vida de las distintas comunidades 87. Los Padres de la Iglesia, siguiendo las enseñanzas de Jesús y de los apóstoles, han cuidado de afirmar y demostrar que la libertad, fruto del Evangelio y por el Evangelio no es propiamente la libertad social, que lleva a reflexión a los romanos. Ésta, según ellos, está suje­ ta a la voluntad de la fortuna o al egoísmo. La libertad que ellos man­ tienen, la del hombre interior, la propugnada por san Pablo en la Escri­ tura es la libertad del espíritu, la libertad de la esclavitud del pecado, que está al alcance de todos los hombres y es condición necesaria para una auténtica libertad. Con todo, no olvidan anunciar la igualdad de todos los hombres, no simplemente en los condicionamientos natu­ rales, sino también en el respeto a Dios y a los dones sobrenaturales de la gracia; donde el centro del deber está en el respetarse con cari­ dad, los unos a los otros, al mismo tiempo que se ayudan como her­ manos e hijos de un mismo padre. Sobre esto se pueden leer innu­ merables y bellísimas páginas escritas en la patrística 88. 87 En referencia a este tema, cf. S. T alam o , La schiavitù secondo i Padri della Chiesa, Roma 21927; R. S ierra B ravo , Doctrina social y econòmica de los Padres de la Iglesia, Madrid 1967; A. H am m an , «Esclavitud», en Diccionario Patristico y de la Antigüedad cristiana I, A. di B erardin o (dir.), Salamanca 1991, 739. 88 Señalamos únicamente aquellos que nos han parecido más cercanos a nues­ tro argumento. Entre los griegos: S. I gnacio df . A ntio quía , Epistola a los Filadelfios, § 4 (PG 5, 822ss.); S. J ustino , Dialogus cum Triphone, §134, 139s (PG 6, 554ss.); Apología, lib.

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