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780 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ considerados como hombres y los ciudadanos, lo que en la práctica venía a ser sinónimo de esclavos y libres, siervos y amos. En dicha configuración social, el trabajo mecánico aparece como indigno del ciudadano y, por tanto, como tarea propia del esclavo. El ciudadano de Grecia debía dedicarse enteramente al ser­ vicio de la causa pública; ésta atendía fundamentalmente a dos tare­ as claramente definidas: los oficios del Estado y la búsqueda de seguridad e independencia de la Patria. En un mundo donde la batalla era el elemento fundamental para medirse ante otros pueblos, la guerra se convertía en un medio lícito mediante el cual el vencedor tenía el derecho de reducir a esclavitud al pueblo vencido. Al mismo tiempo, el origen ilustre no era identificativo del hombre libre, sino que se daba el caso de hijos de reyes que eran esclavos. La servidumbre era también una posibi­ lidad para todos aquellos que no tenían los recursos y bienes nece­ sarios para llevar una vida digna en la que no faltase lo elemental. Poco a poco, con la evolución y perfeccionamiento de la civili­ zación griega, la supremacía de la fuerza bruta no podía ser acepta­ da por la ciencia. El hombre físicamente fuerte se entendía que esta­ ba llamado al trabajo manual y, por contraposición, el hombre más perfecto se iba perfilando en el que era más sabio y más hábil. La institución de la esclavitud había ido introduciendo sus tentá­ culos en toda la vida de la polis griega. Tanto en el ámbito privado como en el público; a nivel familiar y social estaba claramente marca­ da la diferencia por el doble estamento de amos y siervos. Desde el pensamiento griego se afirma y se pretende probar que los hombres nacieron por naturaleza, unos para mandar y otros para servir. No ha pasado desapercibida la opinión mantenida por la legis­ lación griega y romana, según la cual los esclavos eran equiparables a cualquier otra cosa, careciendo de derechos y, por tanto, del uso de los mismos. La férrea economía de las ciudades-estado no hubie­ ra sido posible sin el trabajo abnegado de la mano de obra de los esclavos. Teniendo esto presente, resulta más fácil comprender que, para algunos pueblos, en la antigüedad el quitarse la vida fuera una opción preferible a ser reducido a esclavitud2. 2 Cf. K. R. B radley , Esclavitud y sociedad en Roma , Barcelona 1998, 6 ls s .

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