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TRINIDAD Y EUCARISTÍA EN EL AÑO JUBILAR 771 Porque si la Eucaristía ocupa el centro de la vida cristiana, preci samente porque es el sacramento de la presencia real de Cristo como víctima pascual («esto es mi cuerpo entregado por vosotros»), entonces la vida cristiana ha de estar profundamente marcada por la Eucaristía 63. Por lo cual este sacramento tiene que orientar y transfigurar desde dentro toda la vida del cristiano hasta hacer de ella una incesante ‘ e u c a r i s t í a una alabanza viva del Padre mediante la ofrenda de la propia existencia (SC 48; LG 11; PO 5). Pues «haciendo memoria de la Pascua de Cristo, la Iglesia está lla mada por el Espíritu a unirse a la víctima inmaculada que presenta al Padre. El sacrificio de Cristo se convierte, también de esta mane ra, en el sacrificio del que participa en él... Ya que no se puede hacer memoria de Jesús en la acción litúrgica sin recordar su gesto de amor total en la vida diaria» 64. Según el apóstol, hemos sido elegidos de antemano, desde toda la eternidad, «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1, 6), o como dice san Ignacio de Loyola, el hombre ha sido creado «para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su ánima»65. El fin del hombre es la alaban za divina; la alabanza es la respuesta de la criatura a su Creador. Ahora bien, la alabanza de la que hablamos no tiene nada que ver con la adulación o el halago: ¡no somos aduladores de Dios! La alabanza es sencillamente el reconocimiento de la gloria de Dios, de su ser divino. Ante la inmensidad, grandeza y santidad de Dios, ante la irradiación de su infinita majestad (que eso es la ‘gloria’ de D ios), el hombre responde con la alabanza, como expresión de reconocim ien to y adoración. Porque la alabanza teologal es 63 «Cristo es la única fuente a través de la cual la vida divina llega a la huma nidad. La comida eucarística, pues, es el camino por excelencia de la difusión de la gracia; es la condición para el desarrollo de la vida cristiana» (C omité para el J ubileo del A ño 2000, Eucaristía, sacramento de vida nueva, BAC, Madrid 1999, p. 27; tam bién el último capítulo «La Eucaristía en la vida de los cristianos» (l63ss.). 64 Texto base..., n. 7. «El Espíritu Santo nos hace participar de la disposición más íntima de Cristo en el acontecimiento de su misterio pascual: su movimiento de ofrenda» 0* C o rbo n , «Rezar y celebrar en la Trinidad Santa», en Communio, RevCa- tlnt. (Ed. Argentina) 7 (2000) 35. 65 Obras Completas de san Ignacio de Loyola, transcripción, introducciones y notas del P. Ignacio I parraguirre , BAC 86, Madrid 1952, 161.
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