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TRINIDAD Y EUCARISTÍA EN EL ANO JUBILAR 763 r ec ib id o la ju s tific a c ión p o r la f e , estam os en p a z con Dios, p o r m edio d e nuestro Señor Jesucristo» (Rom 5, 1). ¿Qué significa recibir la ju stificación? Pues que Dios nos ha envuelto en su justicia, o sea, nos ha introducido en el ámbito de la gracia y la santidad, nos ha dado participación en su mismo ser divino: estamos, pues, en p a z con Dios, en comunión de vida con él. Pero no por nosotros, ni por nuestros méritos, sino « p o r m ed io d e nuestro Señor Jesucristo». Él, que es el justo, el único justo, al hacerse uno de nosotros y ofrecer su vida en expiación de nuestros pecados, nos ha comunicado su justicia, nos ha hecho justos, si es qu e nosotros acogem os este don en la f e . Por eso dice el apóstol que som os ju stifica d o s p o r la f e . Jesucristo ha obrado la reconciliación del hombre con Dios por su muerte en la cruz: estamos en paz con Dios gracias a él y por medio de él. « Porque en Cristo estaba Dios reconciliando a l mundo consi­ go, no tom ando en cu en ta las transgresiones d e los hombres, sino p on ien d o en nosotros la p a la b r a d e la reconciliación» (2Cor 5, 19). Aceptar este inmenso e inmerecido regalo es la fe, p ero una f e que cam b ia la vida (cf. Gal 5, 6; ICor 13, 2; Sant 2, 14-26). Ante la con­ templación del don que se nos ofrece, ante la grandeza del amor que el Padre nos ha manifestado en la entrega de su Hijo (Jn 3, 16), la fe no se queda en palabras, no se contenta con piadosos pensa­ mientos, sino que empuja al hombre a entrar con todo su ser en la órbita de Dios, a dejarse transformar por su gracia. Y así aparece en escena la tercera Persona d e la Stma. Trinidad, el Espíritu Santo46. Su obra es la santificación de los fieles, la transfor­ mación de todo lo creado (como se anticipa en la epíclesis sacramen­ tal, sobre todo, en la Eucaristía). Ésta es la esperanza que mueve el mundo: que aquello que Dios creó al principio llegue a su plenitud al final de la historia (cf. Rom 8, 18-25). Y esta confianza la tenemos «por­ que el am o r de Dios h a sido derram ado en nuestros corazones con el la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Federación Luterana Mundial (1997). En el apartado I se trata expresamente del mensaje bíblico de la justificación. En Ecclesia n. 2902 (18-7-1998). 46 Para una aproximación a la manifestación del Espíritu en la historia de la sal­ vación, cf. J. Fern án d ez L a g o , El Espíritu Santo en el mundo de la Biblia, Santiago de Compostela 1998, 205 pp. También L. F. L ad aria, o . c .: especialmente el apartado «Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (pp. 93-107). G. L. M ü ller, Dogmáti­ ca, 392s.: «El lenguaje bíblico sobre el Espíritu Santo».

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