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762 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL está llena de tus criaturas... abres tu mano, se sacian de bienes; escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la f a z de la tierra» (Sal 104, 24.27-30) 43. Pero junto con la obra admirable de la creación, el misterio de Dios se nos revela en la obra aún más admirable de la redención, como reza la oración colecta de la misa del día de Navidad: «Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de un modo más admirable todavía restableciste [et mirabiliter condidisti, et mirabilius reformasti] su dignidad por Jesu­ cristo...». Si en la primera creación intervienen las tres divinas Perso­ nas, sobre todo en la plasmación del hombre a su imagen y seme­ janza, con mayor razón habrá de revelarse el misterio del Dios tripersonal en la segunda creación o nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu (Jn 3, 5), que tiene su fuente en el costado perforado de Cristo muerto en la cruz (Jn 19, 34). El misterio pascual es la máxima intervención salvífica del Dios Trinitario y, por tanto, donde más claramente, aun en medio de la tiniebla, se revela su gloria 44: aquí se cumple de manera plena y definitiva la obediencia del Hijo a la voluntad salvífica del Padre (Jn 17, 4; 19, 30a), cuyo fruto es el don del Espíritu (Jn 19, 30b) para el perdón de los pecados (21, 22). El apóstol Pablo se refiere a la obra de la redención con el tér­ mino « justificación», entre otros45. Y nos asegura que «ya que hemos 43 «Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra» (Sal 104, 30), y comenta la Biblia de Jerusalén: «el espíritu de Dios interviene en el origen del ser y de la vida». 44 «Sobre Jesús, que es personalmente el Hijo, ha actuado el Espíritu. Por la acción del Espíritu, Jesús se ha entregado a la muerte y ha resucitado. La iniciativa es últimamente del Padre. El misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús es un momento especialmente importante de la revelación del misterio de Dios... En todo caso es el amor de Dios Padre y del Hijo por todos nosotros el que aquí se muestra. El Padre, con la intervención del Espíritu Santo, es el agente principal de la resurrección de Jesús. En ésta se manifiesta la unidad del Padre y el Hijo» (L. F. L a d a ria , o . c ., 112 s .). En la oración del sacerdote antes de comulgar se recuerda la intervención de las tres divinas Personas en el misterio de la redención: «Domine Iesu Christe, Fili Dei Vivi, qui ex volúntate Patris, cooperante Spiritu Sancto, per mortem tuam mun- dum vivificasti...). 45 Un resumen ecuménico de lo que este término significa aparece en la Declaración sobre la justificación. Declaración conjunta del Pontificio Consejo para

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