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746 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL po en que las indulgencias estaban de moda; se ganaban indulgen­ cias como quien invierte en bolsa o en seguro de vida. Con ellas se acortaba el paso por el purgatorio con sus terribles llamas a la máxi­ ma intensidad. Hablar o predicar sobre las indulgencias era un tema y lenguaje conocidos. No que se tuviera una idea exacta de qué se trataba, pero sí se sabía a qué se aludía: detrás estaba la experiencia del pecado como una realidad presente en la vida, la conciencia de que no somos santos y necesitamos continuamente de purificación, la sospecha de que ante el Dios tres veces santo no es posible presen­ tarse sin una previa purificación que nos asemeje a Él. Hoy, sin embargo, el lenguaje de las indulgencias parece obsoleto, queda lejos, no resulta inmediatamente comprensible. Y ello está en relación direc­ ta con la incomprensión del pecado como realidad negativa que difi­ culta la comunión con Dios. El pecado parece hoy algo excepcional, referido a crímenes enormes, que por eso mismo casi nadie es capaz de cometer. Así que mucha gente habla de ganar la indulgencia del Año Jubilar y no sabe exactamente de qué se trata. Merece la pena, pues, decir una palabra sobre este asunto20. La indulgencia se refiere al perdón de los pecados, pero el camino normal para alcanzarlo pasa a través del sacramento de la penitencia. Por eso, para ganar la indulgencia jubilar hay que confe­ sarse y participar en la Eucaristía: porque aquí está el centro y cima de la vida cristiana. De ninguna manera se gana la indulgencia sor­ teando el sacramento de la reconciliación, en el que el Padre nos abraza con su misericordia. La indulgencia no es un atajo para reci­ bir el perdón de los pecados al margen del sacramento de la peni­ tencia. ¿Qué es, pues, la indulgencia? Tiene que ver con las conse­ cuencias del pecado. Uno rompe la comunión con Dios por medio de un pecado grave; no acudir libre y conscientemente, de manera habitual, a la misa dominical por comodidad, por falta de interés, o por rechazo del culto divino, es un pecado grave contra el amor Litúrgicos, 1995, donde se puede encontrar la Constitución apostólica Indulgentia- rum doctrina, de Pablo VI (1-1-1967). 20 Cf. J.-M. H ennaux , SJ, «L’indulgence du Jubilé», en NRT 122 (2000) 92-102; «II Giubileo, cammino di conversione. L’indulgenza giubilare», Editoriale de la CivCatt., I (2000) 213 -225; E. dal C o v o lo , «Per una storia dell’indulgenza. Nota in margine alla Bolla di indizione del Grande Giubileo-, en Salesianum 61 (1999) 819-829.

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