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740 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL mismas universidades, un tiempo abiertas a lo universal y a la gente de todos los lugares, se alimentan, en gran parte, de los mismos alumnos de la provincia donde están ubicadas, o de las provincias limítrofes. Los espacios geográficos y personales se cierran sobre sí mismos y se abortan los intercambios, la apertura a otros aires, el enriquecimiento y estímulo que vienen de otros modos de pensar, sentir y actuar. La endogamia empobrece y conduce irremisiblemen­ te a la decadencia. El miedo a lo desconocido, a la aventura del vivir, a salir del claustro materno no es bueno para el desarrollo; así no maduran las personas, ni se crea porvenir. Para movernos, los fines de semana y en vacaciones; el resto de la vida, nacer, estudiar, trabajar, formar una familia, a ser posible en el mismo pueblo, sin salir de la propia autonomía, y mejor si ésta es uniprovincial. Pero sin ruptura del cordón umbilical, no hay vida autónoma, independiente, madura. El Año Jubilar nos sitúa en un panorama diferente, nos abre a otra forma de vida. Uno de los signos que acompaña la celebración del Gran Jubileo es la peregrinación 13. Dice el papa Juan Pablo en la bula Incarnationis mysterium que la peregrinación «recuerda la condición del hombre a quien gusta des­ cribir la propia existencia como un camino. Del nacimiento a la muerte, la condición de cada uno es la de homo viator» (n. 7), o sea, hombre caminante. Muy bien cantó el poeta esta experiencia de la vida como peregrinación de la cuna a la tumba: «Este mundo es el camino para el otro, q u ’es morada sin pesar [...]. Partimos cuando nascemos, andamos mientras vivimos, e llegamos al tiempo que fenegemos; assí que cuando morimos descansamos»H. 13 Cf. «II significato cristiano del pellegrinaggio giubilare. Editoriale», en La CivCatt., I (1999) 107-114. 14 Jorge M a n r iq u e , Poesía. Edición de Jesús-Manuel Alda Tesán. Ed. Cátedra, Madrid 1976. Me refiero a las famosas Coplas por la muerte de su padre, aquí estro­ fa V, en p. 146.