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LA TEOLOGÍA FRANCISCANA DEL SOBRENATURAL 693 teología posterior no ha podido menos de tachar de defectuoso e inservible para ponerlo en relación con el concepto de Gracia, de Sobrenatural4. En efecto, los pelagianos utilizaban un concepto de «naturale­ za» tomado de la filosofía estoica/aristotélica. Si bien expresamente lo completaban con la idea bíblica del hombre imagen de Dios, muy querida para ellos. Imagen cuya integridad y dignidad creatural/con- natural defienden contra la corrupción «congènita» que Agustín des­ cubría en ella. Es absurdo, dentro del concepto aristotélico (estoico) de «naturaleza» el decir que ésta haya podido ser viciada como tal por el acto pecaminoso del padre de la raza humana, tal como pro­ pone Agustín. Agustín no llegó a formular un concepto filosófico de «natura­ leza», de valor universal, esencial, que recogiese la sustancia inmu­ table e inamisible del «ser-hombre», por encima de las variaciones a las que los avatares de la historia pudieran someterla. Al menos en la polémica antipelagiana, la «naturaleza» es considerada según los diversos estados/situaciones existenciales, concretas, histórico-salvífi- cas en las que, según su modo de leer la Escritura, la raza adánica se habría encontrado y se encuentra: estado de integridad original (estado de santidad y justicia); estado de naturaleza cálida, corrom­ pida, viciada; estado de naturaleza restaurada por Cristo; estado de naturaleza glorificada 5. La naturaleza que ahora conocemos, tal cual ahora existe, no es la naturaleza ‘íntegra’ sino la naturaleza viciada 4 Textos agustinianos sobre la «-naturaleza» en F. M oriones , Enchiridion Theolo- gicum Sancti Augustini, Madrid 1961, nn. 820-825. El tema lo comenta con deten­ ción Elaine P agels , Adán, Eva y la serpiente, Barcelona 1990; bajo el significativo título «La naturaleza de la naturaleza», p. 181-211. Las imprecisiones de san Agustín son patentes. Falsa su afirmación de que un pecado pueda corromper la naturaleza humana. Como también lo es el dicho que ha rodado entre los escolásticos: la per­ sona (de Adán) corrompió la naturaleza, la naturaleza corrompe la persona. Un absurdo filosófico y teológico. 5 Esta teoría de los estados se encuentra, indiscutida y ampliamente utilizada, en la teología durante siglos hasta nuestros días. El gran agustiniano medieval san Buenaventura le concede especial relieve en su pensamiento teológico, filosófico, político, espiritual. También se encuentra entre los protestantes, v.gr., «La formule de concorde», en La foi des Églises Luthériens. Confessions et Catéchismes, Paris, Du Cerf 1991, n. 881.

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