PS_NyG_2000v047n002p0689_0729

692 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE ha perdido culpablemente aquella energía connatural (possibilitas) con la que los pelagianos la creían todavía dotada. Se encuentra, pues, el hombre en absoluta imposibilidad para realizar nada con­ ducente para la vida eterna y, por consiguiente, absolutamente nece­ sitado de la Gracia. Entra en la historia de la teología cristiana occi­ dental la exuberante y omnipresente teoría del pecado original. La cual impregna (desfavorablemente, a mi juicio) aspectos importan­ tes de todo el sistema teológico del doctor de la Gracia. El obispo pelagiano Julián de Eclana se muestra literalmente horrorizado ante la teoría agustiniana del pecado original. La califica de auténtica barbaridad (probata barbaries), monstruoso invento (prodigiale commentum). Incompatible con el concepto cristiano de Dios, crea­ dor bueno y justo, y del hombre creado a imagen de Dios 3. Dejamos la discusión sobre el pecado original en su propio tamaño. Advertimos tan sólo que, no obstante la presencia cuan­ titativamente abrumadora de los textos agustinianos sobre el peca­ do original, cualitativamente, en el conjunto de la visión agusti­ niana del hombre, la teoría del pecado original sólo logra el rango de una teoría subsidiaría, ancilar, instrumental, de apoyatura men­ tal y polémica en orden a explicar/reafirmar otra verdad antropo­ lógica de mayor valiosidad y jerarquía teológica: la impotencia soteriológica del hombre y la correlativa necesidad absoluta de la Gracia. Los pelagianos rechazaban la teoría agustiniana del peca­ do original porque se oponía frontalmente a su afirmación sobre la posibilidad connatural/radical (possibilitas) que el hombre habría recibido de Dios para realizar todo el bien conducente a la vida eterna. Y Agustín propone su teoría del pecado original para «despotenciar» a la naturaleza y dejarla abierta para aceptar el auxi­ lio de la Gracia. Lo que en este momento interesa subrayar es el hecho de que ambos contendientes, Agustín y pelagianos, trabajaban, al menos a lo largo de esta polémica, con un concepto de «naturaleza» al que la 3 Textos y comentario pueden verse en Alejandro de V illa lm o n te , «El pecado original en la polémica Agustín-Juliano de Eclana», en La Ciudad de Dios 200 (1987) 365-409; I d ., «Miseria humana y pecado original. Un gran tema agustiniano», en Rev. A gustiniana 33 (1992) 111-151; I d ., Cristianismo sin pecado original, Salamanca 1999, espec. 165-171; 179-183.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz