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LA TEOLOGÍA FRANCISCANA DEL SOBRENATURAL 725 apertura de su espíritu a lo infinito, a un futuro siempre mayor: desde la positividad, en una palabra. El decirle al hombre actual, humanista radical, que su destino último es la participación en la vida íntima de Dios, encontrará la sorpresa y el rechazo que ya constatamos. El pre­ sentar la visión beatífica cono una donación gratuita, como una forma de vida espiritual, celeste colocada al final de la historia, será juzgado como algo enajenador para el hombre. Es cierto, pero con el hombre de nuestros días podemos dialogar sobre el hecho de la apertura del espíritu humano a lo transcendente, hacia un futuro inagotable, hacia el logro de una revelación progresiva, ilimitada del misterio del hombre, del «homo absconditus» (E. Bloch). Esta seguridad —aunque sea discutible— que el hombre occidental tiene de ser el señor, dominador del cosmos y de la historia, el portador del Mensaje cristiano no tiene motivos para invalidarla, desacreditar­ la como fruto corrupto de una raza humana v iciad a por el pecado adánico. Tanto los que creen en el mito, como los que creen en la historia de Gn 2-3 dicen que al principio no fue así. Pero tampoco la existencia de cada hombre empieza en la corrupción. El estable­ cimiento del Reino de Dios en el mundo implica el establecimiento del reino del hombre, recogiendo para este fin lo mejor que haya en el hombre. En la inmediata postguerra llamó la atención un texto de Die­ trich Bonhoeffer, que alude al punto de vista que aquí proponemos. Víctima de la brutalidad nazi, que pretendía realizar el ideal nietzs­ chiano del superhombre; no obstante su formación protestante, tan proclive a enfatizar la corrupción humana provocada por el pecado original, el pastor D. Bonhoeffer desaprueba la apologética metodis­ ta, pietista (religiosista), que proclama la necesidad del Salvador desde la negatividad, hurgando en la ruindad congènita del hom­ bre. Como si el hombre no necesitase de Dios más que cuando experimenta sus limitaciones, sus fracasos, su condición miserable. De ahí el empeño de tantos predicadores, no sólo protestantes, de tomar la mísera y pecadora condición humana como punto de par­ tida para hablar de la necesidad del Salvador31. 31 D. B o n h o effer , Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautive­ rio, Barcelona 1969, 200-202.

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