PS_NyG_2000v047n002p0689_0729

720 ALEJANDRO DE VILLALMONTE 6 . L a t e o lo g ía d el S o bren a tu ra l CONTRA LA TEOLOGÍA DEL PECADO ORIGINAL Ya hemos indicado que, durante más de quince siglos, la doctri­ na sobre la Gracia y sus relaciones con la naturaleza, se ha desarro­ llado en simbiosis y dependencia interna con la teoría del pecado original. Tanto en el campo de la ortodoxia como de la heterodoxia. A los actuales defensores católicos del pecado original les podría resultar extraño el anterior enunciado, por doble motivo: a) porque implica le eliminación de la teoría del pecado original; b) porque la eliminación se pone en relación directa con la teología católica del Sobrenatural. Efectivamente, nuestro propósito es mostrar que, si se acepta la doctrina católica del Sobrenatural en forma clara y conse­ cuente, se hace innecesaria y aparece como superficial la teoría del pecado original para la función que, durante siglos, se le asignaba den­ tro de la hamartiología, caritología, soteriología católica: salvaguardar la necesidad de la Gracia. Nuestra argumentación parte de la convicción de que la doctri­ na del pecado original no puede apoyarse en la «autoridad»: ni de Escritura ni de la Tradición 2<s. La cuestión de la existencia o no exis­ tencia del pecado original debe dirimirse exclusivamente en el terre­ no de la argumentación teológica. La solemnidad y prestigio con que, durante siglos, se le ha calificado como «dogma» (incluso bási­ co) de nuestra fe, me parece una desmesura intelectual y volitiva que urge corregir. Dentro de los razonamientos teológicos exhibidos durante siglos a favor de la teoría del pecado original, la teología católica es uná­ nime en aceptar como único válido (los demás se reducirían a éste) el siguiente: para salvaguardar la necesidad de la Gracia y la corre­ lativa insuficiencia soteriológica del hombre, es imprescindible afir­ mar que todo ser humano está en situación de pecado, al menos original. Este razonamiento se repite hasta la saciedad desde el siglo v hasta hoy mismo. Sin embargo, un teología crítica no puede menos 26 Alejandro d e V ill a l m o n t e , «El Nuevo Testamento, ¿conoce el pecado origi­ nal?», en Estudios Franciscanos 81 (1980) 263-353. La respuesta negativa se confirma en Id., Cristianismo sin pecado original, 48-65.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz