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718 ALEJANDRO DE VILLALMONTE suyo el dicho de la teología oriental: en el hombre ‘caído’ la natu ­ r a le z a p e rm a n e c e íntegra y san a . Por tanto, también el hombre caído conserva el poder de amar a Dios con un amor natural, ónti- co, sumo, permanente, indefectible. Mediante esta afirmación la cari- tología de Duns Escoto establece un lazo irrompible de amor entre el amor ontológico a Dios y el amor consciente y libre, el am o r d e c a r id a d de que es susceptible el hombre. En un texto de la Ordinatio, de interés para el tema, habla el Doctor Sutil de la esencia divina/Dios como Centrum amoris: Cen­ tro universal d el amor. En primer lugar, es la misma voluntad divi­ na la que, por así decirlo, gira en torno a este Centro d e am or: se ama a sí mismo con amor infinitamente intenso. En un círculo más externo se encuentran los bienaventurados, los cuales sienten la «feliz necesidad» b eata felicitas, de agustiniana y memoria) de amar a Dios inmutablemente. En otro círculo más externo se hallan las criaturas racionales, las almas santas y hasta los pecadores. Tampo­ co éstos dejan nunca de amar a Dios con aquel amor natural inten­ so y sumo. Incluso cuando su amor consciente y libre se dirija al amor indebido y torcido de los bienes creados. Explica Escoto su pensamiento con un símil. Un barco hace el recorrido de oriente a occidente, de Alejandría a Roma. Un viajero puede libremente estar parado en cubierta; o bien pasear de occidente a oriente, en direc­ ción contraria a la ruta del barco. Sin embargo, su dirección funda­ mental y fija siempre será la que el barco lleva. El pecador, con su amor consciente libre, puede dirigir el peso de su vida hacia los bie­ nes creados, pero su amor radical, natural, óntico no deja de dirigir­ se hacia Dios 24. El texto tiene importancia dentro de la antropología y caritología de Escoto. En este texto, y en otros paralelos, encontramos explicada la idea de la continuidad, armonía y sinfonía entre la naturaleza y la Gracia, entre el amor ‘natural’ óntico a Dios y el amor consciente y libre que emerge bajo el impulso de la ca rid ad que Dios infunde en el corazón de los creyentes. Una vez más, el problema de la inma­ nencia y transcendencia del Sobrenatural, en sus varias dimensiones, es resuelto por la teología franciscana bajo el signo de la continuidad, 24 Ordinatio I, d.l, p.3, q.5, nn.174-177; I, 1-58.

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