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714 ALEJANDRO DE VILLALMONTE condiciona el libérrimo ejercicio de la gratuidad/libertad de Dios. El deseo natural de ver a Dios, ínsito en el espíritu humano, se cum­ ple exclusivamente porque Dios quiere. Y Dios quiere cumplirlo exclusivamente por fidelidad a sí mismo, a su proyecto de llevar a los hombres a la participación de su vida divina. Dentro de cuyo proyecto entra el que Dios dote al hombre del deseo natural de verle y amarle sumamente. 4 . D iscusión en torno al estado de « naturaleza pura » Es aceptado por todos que tal estado de «naturaleza pura» no ha existido nunca realmente. Se discute sobre la posibilidad o no posibilidad de tal estado histórico salvífico. El tema ha sido discuti­ do durante siglos. No necesitamos entrar en detalles. Tocamos el tema únicamente en cuanto sale al paso de nuestra reflexión sobre la teología franciscana del Sobrenatural y a la presentación de la misma dentro de la teología católica del momento 18. El tema recuperó actualidad con motivo de la repulsa de H. de Lubac a tal posibilidad. Logró ulterior estímulo polémico con motivo de un texto de la encíclica Humani Generis: «Otros corrompen la verdadera gratuidad del orden sobrenatural, al defender que Dios no puede crear seres dotados de razón sin que los ordene y llame a la visión beatífica»19. Según el informe de BdeA los escotistas de siglos pasados no tuvieron dificultad en admitir la posibilidad de tal estado de naturaleza «pura». Nosotros proponemos alguna reflexión sobre el tema, atentos al punto de mira de la teología escotista del Sobrenatural; pero sin olvidar la situación de investigación teológica en la actualidad. 18 Últimamente también A. V anneste se manifiesta opuesto a admitir la figura de la «naturaleza pura»: «Natura pura: uner notion en soi incohérente», en Nature et gráce, p. 272. La opinión de D e L ubac , El misterio del sobrenatural, Barcelona 1970, 475-510. Los escotistas de siglos pasados era favorables a admitir a la posibilidad de tal ‘naturaleza pura’. Ver BdeA, o. c., por ej., 115, 119, 188, 208, 228, 317, 324, 340, 351. 19 DS 3891. La diversidad de opiniones de los neoescolásticos no parece que afecte a la fe y costumbres. Por otra parte, la intervención del magisterio en tal asun­ to no sé si tiene razón de ser. Y, sin duda, no ha contribuido a esclarer la cuestión, que sigue siendo discutida.

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