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708 ALEJANDRO DE VILLALMONTE Santo. En la sagrada Escritura las relaciones Dios-hombre son des­ critas continuamente con un lenguaje intensa y variadamente perso­ nal. Tales son las relaciones de Alianza, filiación-paternidad-mater- nidad, Señor-siervo, amistad, relaciones esponsales, matrimoniales. Los espirituales cristianos han mantenido vivo este lenguaje. En el Evangelio, la llegada y estancia de los hijos en la casa del Padre es comparada a un banquete de bodas que, en la cultura humana uni­ versal, es cifra y expresión privilegiada de la más personal y gratifi­ cante de las convivencias entre hombres. Este enfoque personalista ayudará a ver con mayor claridad que el deseo natural de ver a Dios, inserto en lo profundo de un ser personal y referido a otro ser per­ sonal, no compromete la gratuidad de la visión deseada. Porque tanto el deseo como el cumplimiento se desarrollan en el reino de la liberalidad, de la gratuidad que preside la relación entre perso­ nas. Se supera el reino de lo necesario, de lo natural-físico. 2. El d eseo natural d e ver a Dios ANTE LOS «FILÓSOFOS» Y ANTE LOS «TEÓLOGOS» Conocemos la oposición de los filósofos medievales a la tesis escotista del deseo natural de ver a Dios con todos sus presupues­ tos, concomitantes y consiguientes. Escoto no espera que sus expli­ caciones de teólogo sea admitidas por los filósofos. Estos filósofos contemporáneos de Escoto, sin llegar a convencerse, podrían encon­ trar relativamente razonables las explicaciones de éste. Porque ellos, aunque humanistas decididos, trabajaban con la convicción (en la creencia) de que el hombre no es la realidad suprema del universo, hombre está subordinado al ser; o bien está al servicio de los dio­ ses. Por eso, en un momento dado, podrían admitir la indicación de su maestro Aristóteles, que insinúa que la felicidad (eudaimonia) podría el hombre alcanzarla como un don de los dioses. Y, como recuerda santo Tomás citando a Aristóteles, lo que podemos por nuestros amigos (en el caso Dios) lo podemos, en cierto sentido, por nosotros mismos 14. 14 Texto de Aristóteles en Et. Nicom. I; 9 1099b. Lo cita Escoto en Ordinatio I, pról., 1. c., n. 14; I, 10. Texto de santo Tomás en I-II, q.65, art. 6, lm . Para ulterior reflexión sobre el tema, puede verse Alejandro de Villalmonte, «Búsqueda de Dios

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