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LA TEOLOGÍA FRANCISCANA DEL SOBRENATURAL 701 Estos textos de Escoto constituyen la base de los comentarios de los escotistas posteriores. Serán también un punto de referencia para las reflexiones que nosotros mismos haremos en la segunda parte de este estudio. 3. AVATARES DE LA TEOLOGÍA ESCOTISTA DEL SOBRENATURAL A LO LARGO DE LOS SIGLOS, 1500- 1750 Esta tarea de historiar la doctrina escotista del Sobrenatural ocupa la mayor parte del libro de BdeA (pp. 53- 416). El resumen que del libro hacemos no puede menos de ser muy sucinto. No era posible prolongarlo. En los comienzos del siglo xvi encontramos «un insigne repre­ sentante de la doctrina escotista», Francisco Liqueto de Brescia (pp. 55-81). La doctrina escotista sobre el deseo natural de ver a Dios y sobre el Sobrenatural había permanecido en estado de quies­ cencia durante dos siglos. Ahora es sometida a fuerte crítica por el insigne teólogo Tomás de Vio, cardenal Cayetano, apoyado por su indiscutible prestigio personal y por presentarse como continuador de la enseñanza de santo Tomás en esta cuestión. En este nuevo contexto Liqueto reafirma las posiciones de Escoto, y se ve precisa­ do a realizar ulteriores matizaciones y aclaraciones del pensamiento de su maestro. Insiste el carácter rigurosamente teológico del pro­ blema: la verdad de fe de que el hombre no tiene otro fin último de su vida que la visión beatífica. Es un tema que hay que discutir en el pórtico de entrada a la teología. Un tema de teología funda- recibe mayor dignidad que si se dijese que la natural la podría adquirir por sus pro­ pias fuerzas naturales. Y no tiene nada de extraño que haya alguna naturaleza que respecto a las formas perfectivas, tenga mayor capacidad para recibirlas que para causarla por sí misma». Ordinatio, pról., 1. c., n. 75 (cf. n. 2). «Y, por tanto, ennoblez­ co a la naturaleza (humana) y no la envilezco». Lect. I, pról., p. 1, n. 17; ed. Vaticana XVI, 1 6 . Report. Par., pról., q.3, art. 3; ed. Vives XXII, 50 a. Clara y coincidente es la respuesta de santo Tomás a la misma objeción: «hay que decir que es de más noble condicición una naturaleza que puede conseguir un bien mayor, aunque necesite auxilio de otro para conseguirlo, que aquella naturale­ za que no puede conseguir un bien tan perfecto. Por eso la criatura racional que puede conseguir la bienaventuranza perfecta, aunque para ello necesita del auxilio divino, es más perfecta que la que no puede conseguirla». I-II, q.5, art. 6, 2m.

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