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LA TEOLOGÍA FRANCISCANA DEL SOBRENATURAL 699 abierta a un perfeccionamiento ilimitado. Este deseo natural hay que calificarlo de óntico-metafísico, pues pertenece a la estructura metafísi­ ca del espíritu humano. Es inaccesible a cualquier experiencia huma­ na, interna o externa; se parta del mundo externo, o bien desde la interioridad del sujeto. La existencia de este apetito es del todo incog­ noscible para las posibilidades naturales de la inteligencia. Los «filósofos», frente a la pretendida incognoscibilidad natural del deseo de ver a Dios y la imposibilidad de conocer perfectamente al mismo principio del universo, oponían una objeción de alto nivel metafísico: la mente humana puede, por sí misma, llegar a tener la idea del ser en cuanto ser. Si Dios está dentro del campo del ser, como es obvio, será lógico e inevitable admitir que el ser divino pueda ser objeto naturalmente asequible a la inteligencia humana, al menos virtualmente, en un progresivo e ilimitado desarrollo de sus energías. No será necesario acudir a una fuente de conocimiento superior al que los hombres (los filósofos) ya disponen. Un conoci­ miento que se diga dado por Dios de forma gratuita, «sobrenatural». Tanto la objeción de los filósofos como la respuesta de Escoto delatan un modo peculiar de entender la metafísica. No precisamos entrar en temas de metafísica. Como teólogo, Escoto tiene prevista la respuesta en el hecho del deseo natural de ver a Dios. Tal deseo se refiere a un ver intuitivo, no al mero deseo que se pueda tener de un conocimiento abstractivo, contemplativo del ser infinito. Por­ que el conocimiento intuitivo de la esencia divina no puede ser objeto propio y connatural más que para la inteligencia divina. Si bien, como dicen los teólogos, no aparece repugnancia en que Dios, en forma voluntaria, liberal y gratuita, decida hacer a otros seres partícipes, a su modo, de esta forma de conocimiento n. Los «filósofos» le presentan a Escoto otra dificultad que es muy seria desde la perspectiva de una mentalidad aristotélica: es contra­ dictorio hablar de un ser que tenga un deseo natural de una per- 11 Objeción de los «filósofos». Ordinatio, pról., 1. cit., n. 2 . Lo que los filósofos dicen sobre la capacidad de conocer el ser en cuanto ser, puede significar y aceptarse en cuanto implica inclinación en la inteligencia y capacidad de recibir a la esencia divi­ na como objeto de visión. Pero es sólo objeto de apetencia, no de atingencia, como repite Escoto, ibid., nn. 90-92; I, 54-57. Trata el tema con detención en «Cuestiones quodlibetales», en Obras del Doctor Sutil, Madrid, BAC, 1968, pp. 496-497; 511-516; 50.

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