PS_NyG_2000v047n002p0689_0729
698 ALEJANDRO DE VILLALMONTE se realizase desde su más radical profundidad. El Doctor Sutil no encuentra otro medio de evitar estos inconvenientes más que afir mando que existe en el espíritu humano un deseo natural de ver y amar a Dios con visión intuitiva y amor unitivo. En efecto, parece claro que todo ser ha de tender con la máxi ma intensidad hacia aquella realidad en la que encontrará su máxi ma perfección y felicidad. Por tanto, dado (por la fe) que el hombre encuentra su máxima felicidad y perfeccionamiento en la visión/amor de Dios, no puede menos de tener una inclinación natural, necesa ria, suma, perpetua, hacia tal visión y amor10. Es lo que quiere expre sar, bajo sus diversas formulaciones, la doctrina del deseo natural de ver a Dios, de tan larga y rica historia en la dirección agustiniana- franciscana de la teología. Las características d e este deseo natural. Se concretan ulterior mente: no se trata un deseo de ver/amar al bien en su generalidad/uni versalidad, por ej., al sumo Bien del mundo celeste de Platón. Ni se refiere al mismo Dios aprehendido en conceptos abstractos. Escoto insiste en que se trata de un deseo natural de intuir y de amar con amor unitivo, inmediato al bien infinito de la esencia divina, en su mismidad de tal (ut est haec essentia), por contacto de sustancia a sus tancia, como dicen los místicos (san Juan de la Cruz). Tampoco se trata de que el espíritu humano haya de entrar en contacto cognosciti vo y volitivo con un objeto situado en la inmensidad del cosmos; o de una naturaleza que tienda hacia otra naturaleza. Se trata del espíritu humano, realidad personal que desea, desde la profundidad de su ser, entrar en contacto personal con otra persona, Dios. Un Dios personal que libremente quiere que otras personas participen de su vida perso nal como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En cuanto a los rasgos más concretos de este deseo, ya se com prende que, al llamarlo «natural», quiere expresarse que tal deseo está identificado con el ser mismo del espíritu, que le es consustancial. Puede describirse como una tendencia, apetencia, aspiración (nisus, Ímpetus), apertura y cap a cid ad positiva p a r a recibir. Es el mismo espí ritu, inteligencia/voluntad, en su dimensión tendencial, positivamente 10 «Respecto a este apetito es claro que la voluntad apetece necesariamente, permanentemente y sumamente la beatitud, y ésta en particular». Oxon., 4, d.49, q.10, n. 3; ed. Vives, 21, 318b.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz