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EXPERIENCIA DE LA VIRTUD EN SU LUCHA.. 673 siendo así que están enraizadas en la individualidad y articuladas en y desde ella; no dan cuenta, en segundo lugar, de la individualidad que como principio activo hace que esas capacidades, inclinacio nes, etc., no sean «cosas inertes y muertas, sino movimientos inquie tos» (1. c.) y sobre todo, en tercer lugar, queda totalmente al margen la índole de esa misma individualidad que en su calidad de ser «indi vidualidad consciente» (bewußte Individualität, 225) no admite ser considerada como una cosa más, como algo singular y carente de concepto, cuando en realidad tiene por esencia «lo universal del espíritu» (das Allgemeine des Geistes, 1. c.). Es decir, la individuali dad consciente no es un caso más de lo universal que en ella se cumpliría de modo indiferenciado —un contenido que vendrían a expresar las leyes— sino que es universal desde sí misma, en razón de su propia esencia que es el pensamiento. En consecuencia, el individuo no se explica por reducción a dimensiones de carácter universal, hábitos, costumbres, etc., puesto que la influencia de éstas depende del individuo mismo, que o bien se acomoda a ellas o hace que ellas se acomoden a él. Por tanto, «el mundo del individuo sólo puede entenderse partiendo de éste mismo» (226). Esta misma idea encuentra otra formulación, más grá fica y expresiva: «La individualidad es lo que es su mundo en cuan to suyo, ella misma es el círculo de su acción, en el que se ha repre sentado como realidad efectiva (Wirklichkeit) y es, simple y únicamente, la unidad del ser dado y del ser construido» (227). La pregunta implícita ahora es qué es lo dado individualmente y qué lo construido también individualmente. El ámbito de lo primero es el cuerpo, caracterizado de entrada como lo originario de la indivi dualidad determinada, tan originario que la acción del individuo no interviene en él para nada. De ahí que se caracterice como «su no- haber-obrado (ihr Nichtgetanhaben, 227). Ahora bien, el individuo no ha construido su cuerpo, pero ha dejado en él su huella. En tomo a esto se habían desarrollado, con anterioridad a Hegel, dos ciencias: la «fisionomica», que por los rasgos de los órganos, boca y manos sobre todo, pretende conjeturar el modo de ser propio de la indivi dualidad; y por otra parte, la «frenología», que pretende hacer derivar de lo que en un sentido más propio es simplemente dado y perma nente, el cráneo sobre todo, las peculiaridades del individuo. El ámbi to de lo que es propiamente construido y de la acción de construir
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