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670 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ dad —de forma más general, que sea tal o cual cosa— , sino en cuanto que lo es para la conciencia. La conciencia, en cuanto que conoce esa su virtualidad ilimitada, es plenamente autoconciencia. Ésta es la tesis fundamental del idealismo. Pero, por otra parte, la autoconciencia es razón no simplemente por el hecho de estar abierta al todo de la realidad, tanto negativamente, en cuanto que de nada puede hablar con sentido el sujeto, sino en cuanto que le es presente, como positivamente, en cuanto que toda realidad o verdad (se sobrentiende, en cuanto que están dotadas de significa do) tiene su fundamento en la plenitud de la autoconciencia, en ese estar presente de la conciencia a sí misma. Esa tesis fundamental del idealismo, que Hegel acepta, ha de ser corregida y superada por otra: la de que la autoconciencia es razón en cuanto que se «experiencia» a sí misma en la realidad, o que la autoconciencia es toda la realidad en cuanto que se hace esta realidad o, más bien, en cuanto que se desvela como tal realidad. Estamos, pues, ante un doble movimiento, uno que va de fuera a dentro, en virtud del cual las cosas, la realidad en su conjunto, es lo que es y está dotada de tal o cual significado por su presencia a la conciencia, y otro movimiento que va de dentro a fuera, según el cual lo que es para la conciencia se revela como un en sí, pero no desligado de la conciencia, sino como realidad que la conciencia llega a ser, constituyéndose como autoconciencia en un sentido pleno y siendo así propiamente razón. En cuanto que la conciencia es toda la realidad tenemos que ver con una concepción idealista radical, que al mismo tiempo apa rece, sin embargo, superada en un doble sentido: porque la con ciencia adviene al idealismo no de forma intemporal, sino en razón de estar en el nivel correspondiente del desarrollo del «espíritu del mundo» ( 178 ); y porque la conciencia no simplemente es toda la realidad, sino que es toda la realidad en cuanto que llega a serla y se va experienciando a sí misma en ella. La razón, viene a decir Hegel en abierta oposición al idealismo que critica, es consciente de que la conciencia de ser toda la realidad tiene a su vez que rea lizarse. No le basta, pues, ser conciencia o ser yo, sino que se ve impulsada a elevarse a la verdad, a apropiarse la realidad y expre sarse a sí misma en ella: «siendo primeramente tan sólo la certeza de ser toda la realidad, la razón real es consciente, en este concep-
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