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EXPERIENCIA DE LA VIRTUD EN SU LUCHA.. 681 cia misma es como fin (als Zweck); en el curso del mundo, como algo interior. Con otras palabras, la conciencia virtuosa se propone que el bien deje de ser simplemente en sí o interior y se haga realidad en el mundo. Esto mismo puede exponerse diciendo que el bien, en tanto que hace su aparición en la lucha contra el curso del mundo, se repre­ senta como siendo para otro, no como algo que es en y para sí mismo, pues de lo contrario no pretendería otorgarse su verdad mediante el sojuzgamiento de su contrario. En ese sentido, tanto da decir que es para un otro, como decir que es una abstracción, ya que la abstracción tiene realidad en la relación, no en y para sí misma. En definitiva, el bien que la virtud va buscando no es aún realidad, sino que ha de realizarse y es por ello por de pronto una abstracción, tanto si se lo considera directamente o en sí mismo como si se lo conside­ ra en relación con el curso del mundo (276-7). Concretando más esto mismo: el bien o lo universal, de nuevo tal como aparece en el ámbito de la conciencia virtuosa, equivale a lo que llamamos «dones, capacidades o fuerzas» (Gaben, Fäh igkei­ ten, K räfte). Es una forma de ser de lo espiritual, en la que se lo representa como algo universal que, para adquirir vida y movimien­ to, necesita el principio de la individualidad y tiene sólo en él su realidad. Y una vez más, desde la perspectiva de la conciencia de la virtud, el bien o lo universal aparece como siendo bien en cuanto aplicado por la virtud, y mal en cuanto aplicado en cambio por el curso del mundo; aparece con otras palabras como un instrumento pasivo, indiferente al uso que la individualidad libre haga de él, tanto si lo aplica bien como si lo aplica mal, incluso si lo aplica para producir una realidad que implique la destrucción de aquél. Se pre­ senta así el bien desde ese punto de vista como «materia sin vida, carente de consistencia propia, capaz de ser conformada de un modo o de otro, incluso para su propia ruina» (277). Bajo el supuesto indicado, según el cual el bien o lo universal está a disposición tanto de la conciencia de la virtud como del curso del mundo, y teniendo en cuenta también que las armas son las mis­ mas en ambos casos —dones, capacidades, fuerzas— es hora ya de ver si la virtud está en situación de vencer al vicio. Veámoslo punto por punto. Si nos situamos en el lado de la virtud, advertimos que ésta cae en una doble contradicción: en relación con su comportamiento

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