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636 MONTSE BARTOLOMÉ LUISES expandir, de forma absoluta, su bondad, perfección y excelencia en una realidad finita, sino en una realidad infinita e ilimitada, conti­ nente de innumerables astros, es decir, en la unidad cosmológica o explicada: su espejo viviente, inmenso e infinito 6. El planteamiento es radical: (...) yo no postulo el espacio infinito ni la naturaleza tiene un espacio infinito por la dignidad de la dimensión y de la mole cor­ pórea, sino por la dignidad de las naturalezas o especies corpóre­ as, ya que la excelen cia infinita se presenta incomparablem ente mejor en los individuos innumerables que en los numerables y finitos. Sin embargo, es necesario que de un inaccesible rostro divi­ no haya un infinito simulacro, en el cual, com o infinitos m iem ­ bros, se encuentran luego mundos innumerables, com o son aqué­ llos. Pero, por la razón de los innumerables grados de perfección que deben explicar por modo corp óreo la incorpórea excelencia divina, deben existir innumerables individuos, que son estos gran­ des animales (de los cuales uno es esta tierra, divina madre que nos ha engendrado y nos alimenta y que más tarde volverá a aco ­ ger), y para contener a estos innumerables se necesita un espacio infinito. Por consiguiente, así como ha podido y puede existir y es bueno que exista éste, no es menos bueno que existan, como pue­ den existir, innumerables mundos semejantes a é s te 1. 6 Cf. Giordano B r u n o , o . c ., pp. 376-377. Se trata del principio de plenitud, acer­ ca del cual afirma Alexandre Koyré (Del mundo cerrado al universo infinito , 4.a ed., Siglo XXI, Madrid 1984, pp. 44-45): «(...) Bruno emplea el principio de plenitud de una manera patentemente despiadada, rechazando todas las restricciones con las que pensadores medievales trataban de limitar su aplicabilidad y extrayendo de él con audacia todas las consecuencias que entraña. Así, a la vieja y famosa questio disputata de por qué no ha creado Dios un mundo infinito (pregunta a la que la escolástica medieval dio una respuesta tan buena, consistente, en efecto, en negar la posibilidad misma de una criatura infinita), Bruno, responde, y es el primero que lo hace, que Dios lo ha hecho; es más, Dios no hubiera podido hacerlo de otro modo». 7 Giordano B r u n o , o . c ., p. 377: «(...) io non richiedo il spacio infinito, e la natura non ha spacio infinito, per la dignità della dimensione o della mole corporea, ma per la dignità delle nature e specie corporee; perchè incomparabilmente meglio in innumerabili individui si presenta l’eccellenza infinita, che in quelli che sono numerabili e finiti. Però, bisogna che di un inaccesso volto divino sia un infinito simulacro, nel quale, como infiniti membri, poi si trovino mondi innumerabili, quali sono gli altri. Però, per la raggione de innumerabili gradi di perfezione, che denno

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