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634 MONTSE BARTOLOMÉ LUISES cíente no es insuficiente y la capacidad del espacio no es inútil. Del mismo modo que existe esta tierra en un espacio idéntico a su extensión, deben existir otros mundos en este sistema espacial y otros innumerables mundos en otros innumerables espacios 2. «Exis­ ten, pues, innumerables soles; existen infinitas tierras que giran en torno a dichos soles, del mismo modo que vemos a estos siete [pla­ netas] girar en torno al sol que está cerca de nosotros»3. El espacio 2 Cf. Giordano B runo , «De l’infinito, universo e mondi», en Dialoghi italiani. I. Dialoghi metafisici. II. Dialoghi morali , nuovamente ristampati con note di Giovan­ ni G entile , terza edizione a cura di Giovanni A quilecchia , Firenze, Sansoni 1958 (seconda ristampa 1985), pp. 374, 378 y 380. Acerca de la cosmología bruniana en el «De l’infinito...», véase Bertrand L evergeois , G iordano Bruno , Fayard, La Fiòche 1995, pp. 254-269. Respecto a la importancia histórica sobre la afirmación de un universo infinito, cf. Thomas S. K uhn , La revolución copernicana. La astronom ia p lan etaria en el desarrollo del pensam iento occiden tal , Ariel, Barcelona 1978, pp. 332 y 365-366. Sobre la transcendencia histórica del infinito bruniano, véase Saverio Ricci, La fortuna del pensiero di Giordano Bruno 1600-1750. Con una p re­ fa z io n e di E. G arin , Le Lettere, Firenze 1990, pp. 171-172. Por otro lado y de forma sucinta, los argumentos de Aristóteles, planteados por Bruno, contra la pluralidad de los mundos son los siguientes: porque no hay materia ni espacio ni tiempo suficientes, porque la materia se aniquilaría, porque el espacio debe ser lleno y el vacío es inane, por la contigüidad y el contacto limítrofe que existiría entre los mundos, por la diferencia de lugares según la gravedad y la levedad de los elementos, por la distinción dual de movimiento rectilíneo y circular y la necesidad de un primer motor, porque no pueden existir diferentes centros, porque los mundos no pueden multiplicarse por el acto de la generación y porque la potencia pasiva es dis­ tinta de la potencia activa; véase en Giordano Bruno, «De immenso et innumerabili- bus», en Jordani Bruni Nolani, Opera latine conscripta , publicis sumptibus edita, recen- sebat F. Fiorentino IF. Tocco, H, Vitelli, V. Imbriani, C. M. Tallarigol, Neapoli, apud Domenico Morano [Florentiae, typis successorum Le Monnier], MDCCCLXXIX-XCI, 3 vols. en 8 partes (reimpresión en facsímil, Friedrich Fromman Verlag Gunther Holz- boog, Stuttgart -bad Cannstatt 1962), I, 2, liber VII, pp. 245-254. En relación con los argumentos aristotélicos sobre la finitud del universo, cf. A ristóteles , Acerca del cielo , Círculo de Lectores, Barcelona 1997 (prólogo y notas de Miguel A. Granada, traducción de Miguel Candel), libro I, caps. 5-7, 271b-276b, pp. 75-90. 3 Giordano Bruno, «De l’infinito, universo e mondi», cit., p. 436: «Sono dun­ que soli innumerabili, sono terre infinite, che similmente circuiscono quei soli; come veggiamo questi sette [pianeti] circuire questo sole a noi vicino». Sobre la existencia de infinitos cuerpos cósmicos más allá de nuestro sistema solar, véase, por ejemplo, Giordano Bruno, o . c ., p. 429; «Spaccio de la bestia trionfante», en D ialoghi italiani. I. D ialoghi metafisici. IL D ialoghi m orali , cit., p. 639. Según Saverio Ricci (o. c., pp. 9-10 y 79), la filosofia del infinito de Bruno es y no es una

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