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650 MONTSE BARTOLOMÉ LUISES Lo mismo cabe decir respecto a la divisibilidad en relación con la movilidad: solamente lo particular es susceptible de división, los astros y el universo son unidad plena y la unidad primera es la ple nitud absoluta 45. Además, en ningún cuerpo finito puede efectuarse, ni actual ni potencialmente, una división infinita 4Ó. Según B runo47, desde el punto de vista de la realidad, la eternidad del universo de Aristóteles es susceptible de divisibilidad en partes equivalentes e infinitas; desde el punto de vista de la fantasía, la finitud espacial también obedece al criterio de la división, igualdad e infinitud de las partes constituyentes de un cosmos limitado48. Por lo que, el plante amiento cosmológico de Aristóteles, en sí mismo, admite, y sin pre tenderlo, la infinitud. La unidad primera o absoluta, en la que potencia y acto son idénticos, es potencia infinita extensiva e intensivamente y la unidad derivada o el universo es también infinito e innumerables son los astros, cuyo movimiento sucede en el tiempo y no en el instante 49. No se trata de verificar la existencia de un movimiento que sea o bien activo o bien pasivo y que posea un impulso intensivamente infinito. Se trata de que la unidad divina, como alma del universo (unidad metafísica negativa o cosmológica), es el primer principio de la movilidad, que otorga la capacidad de movimiento a los infini tos astros, cada uno de los cuales es un sujeto finito, cuya movilidad depende de su cantidad de energía o vida intrínseca a su materia corporal. De esta manera, la unidad primera como primer principio vital mueve la totalidad y da la potencia de movimiento a todo móvil que, a su vez, se mueve según su fuerza inmanente50. Los principios activos por los cuales los cuerpos se mueven son uno finito y otro infinito. Por el principio finito, de acuerdo con los cuerpos o sujetos finitos, éstos se mueven en el tiempo. Por el princi- 45 Cf. Giordano B runo , «De monade, numero et figura», en Jordani Bruni Nola- ni, Opera latine conscripta , cit., I, 2, p. 410. 46 Cf. Giordano B runo , «La Cena de le Ceneri», en Dialoghi italiani. I. Dialog- hi metafisici. II. Dialoghi morali, cit., p. 99. 47 Giordano B runo , «Camoeracensis acrotismus», cit., I, 1, pp. 156-157. 48 Acerca de la teoría aristotélica del espacio, del tiempo y del movimiento, véase A ristóteles , Física, cit., libro VI, caps. 1-10, 231a-241b, pp. 336-386. 49 Cf. Giordano B runo , «De l’infinito, universo e mondi», cit., p. 389. 50 Cf. Giordano B runo , o . c ., pp. 390-391.
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