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614 ISABEL ORELLANA VILCHES Pero mi preocupación cultural por el mismo ha sido relativamen­ te tardía»3. De modo que el aspecto primero y el que ha persistido siem­ pre en el profesor Rivera en lo que concierne al franciscanismo ha sido el vital, para profundizar posteriormente en el intelectual. Así, en otro momento, nos dice: «Mi franciscanismo, tan pensado y tan vivido, ha tenido en mi mente un peculiar diorama...»4. Como puede constatarse, no se trata de un acercamiento tan­ gencial derivado, únicamente, de su condición franciscana. Otros muchos religiosos, igualmente eruditos, provenientes de diversas órdenes de gran raigambre en el ámbito del pensamiento cristiano, han mostrado su preocupación por temas incluso alejados de las aportaciones que han podido realizar sus fundadores. Curiosamen­ te, san Francisco de Asís no forma parte de esta «élite» y, sin embar­ go, como el P. Enrique ha puesto de manifiesto, apoyando sus argu­ mentos en otras voces autorizadas de la historia y el pensamiento más diverso, el Poverello ha plasmado con su espíritu, tanto en el alma de la historia, como en las líneas de la filosofía moderna, un espíritu nuevo, una sabia enriquecedora más allá de la que se encie­ rra en los saberes propios de este mundo. Es la que desprende el matiz de la pobreza, la fraternidad, el amor a la persona humana, la paz y la alegría...; es el fruto significado de quien se ha considerado y ha sabido vivir como hijo de Dios; es, en suma, la señal inequívo­ ca de una conciencia filial. Y todo eso es lo que el profesor Rivera nos ha transmitido magistralmente. El interés por subrayar la presencia de la espiritualidad francisca­ na en la vida del profesor Rivera no es un asunto trivial, al menos en este caso, ya que si atendemos al carácter integrador propio de la per­ sona, cuando examinamos escritos de esta naturaleza no resulta dispa- 3 E. R iv era , «Mis textos preferidos. Temas en torno a mi pensamiento cristiano», pp. 62-63, en Suplemento de Anthropos (26), complementario a los números 122/123, o. c., dedicado al P. Enrique Rivera de Ventosa, pensador cristiano actual. 4 E. R iv era , ibid., p. 62.

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