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EL FRANCISCANISIMO EN LA TRAYECTORIA. 631 Adviértase que estas palabras las expresó él mismo. Y se refe ría con toda claridad a un libro sobre el Poverello, vinculando su «pensar» y su «vivir»; expresiones que el lector no hallará en ninguna parte de su prolífica obra en torno a un tema distinto del francisca no. He aquí, por tanto, la clave. En lo que antecede únicamente hemos esbozado algunas de las líneas a través de las cuales ha examinado la vida de san Fran cisco. Hemos constatado la certeza que tenía del bien que la pre sencia del santo hacía en «un mundo descreído»; de ahí también el magnífico uso de ese don que le había sido otorgado, como era la incuestionable capacidad intelectual que desplegó a lo largo de su dilatada existencia, para detenerse en la figura de su amado Francis co y caminar de su mano por los caminos del amor con todos sus matices. La convivencia, la bondad, la mutua confianza, la caridad, el respeto...; el mensaje, la presencia y la fuerza histórica de Fran cisco, entre tantos otros aspectos como los que podemos hallar en sus numerosos artículos ponen de relieve, además, que no nos halla mos ante un pensamiento menor. Por el contrario, una vez que se examina el grueso de una obra como esta, quizá hayamos de plan tearnos la necesidad de reflexionar sobre ello y someter a conside ración esta idea. Nos contempla la vida y la obra de un hombre que cifró su pensamiento a la altura del siglo xx, aunque creo, más bien, que fue del siglo xxi. Un hombre que dilató su vida y tiempo con el único afán de glorificar a Dios. Ahí, alta, muy alta, nos ha dejado esta antorcha... Isabel O rellana V ilch es , M. Id. Salamanca
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