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580 CEFERINO MARTÍNEZ SANTAMARTA esas características e inclinación a la reflexión y meditación profun da, sino que la experiencia como Papa ha robustecido en él esa inclinación natural a la meditación y reflexión filosófica desde la altura y hondura de hombre de fe firme y vigorosa. En la Fides et ratio, Juan Pablo II, antiguo profesor universitario, se pregunta con la más absoluta sinceridad por las grandes cuestiones de la vida humana y expone sus respuestas compitiendo en el mercado mun dial de las ideas. No podemos ver, pues, en la Fides et ratio una encíclica autoritaria o impositiva, sino pensada y escrita con autori dad en razón de la peculiar personalidad de su autor. Juan Pablo II defiende y reivindica la confianza perdida en las posibilidades de la razón que reflexiona sobre la experiencia y los problemas fundamentales sobre el ser y la vida. Desde esta pers pectiva, defiende y reivindica a la metafísica como exigencia de la actividad natural de la razón y no como organización de una filoso fía oficial impuesta de un modo autoritario. Por primera y última vez en el siglo xx, un Papa escribe una encíclica sobre las relaciones entre filosofía y teología, tema muy valorado por el propio Juan Pablo II, quien nos presenta un alegato en favor de las capacidades de la reflexión humana reconociendo a la filosofía su lugar indiscutible en orden a responder al problema fundamental sobre el sentido de la vida. Expone unas pautas de reflexión que intentan volver a poner de relieve la tradición del pen samiento cristiano, las preguntas de siempre, enraizadas en el cora zón humano, los desafíos actuales de nuestra civilización bimilena- ria y las corrientes o sistemas fragmentarios y fragmentadores que en los últimos tiempos han intentado presentarse como una cosmo- visión antropológica y ética, no siempre de recibo. La Fides et ratio es una encíclica sobre las relaciones entre la fe y la razón, la filosofía y la teología y la cultura; a favor de la filo sofía, contra el relativismo y la desesperación. El Papa manifiesta su convicción de que la fe no esta reñida con la razón, ni con la cien cia, ni con la cultura. Rechaza todo intento de escepticismo, relati vismo, pragmatismo... y manifiesta al mundo una de sus más pro fundas e íntimas convicciones: la fe y la razón no son enemigas, ambas proceden de Dios y no pueden contradecirse; no son incom patibles sino que se necesitan mutuamente. «Santo Tomás... en una época en la que los pensadores cristianos descubrieron los tesoros
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