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LA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO DE JUAN PABLO II. 607 determinante para su realización. Solamente en este horizonte de la verdad comprenderá la realización plena de su libertad y su llama­ da al amor y al conocimiento de Dios como realización suprema de sí mismo» (n. 107). «... La filosofía está llamada a prestar su aporta­ ción, racional y crítica, para que la teología, como comprensión de la fe, sea fecunda y eficaz» (n. 108). Juan Pablo II nos invita a revitalizar la filosofía, la reflexión filo­ sófica sobre la experiencia, el sentido último de la existencia y con el apoyo imprescindible del quehacer teológico. Haciéndose eco de la revitalización y reactivación del pensamiento de santo Tomás, rea­ lizado por León XIII, y teniendo en cuenta los buenos frutos cose­ chados por grandes teólogos y filósofos cristianos, el Papa afirma: «Por esto, he considerado justo y necesario subrayar el valor que la filosofía tiene para la comprensión de la fe y las limitaciones a las que se ve sometida cuando olvida o rechaza las verdades de la Revelación» (n. 100). Sin duda que esta importancia de la filosofía para el quehacer teológico se refiere, sobre todo, al mundo occi­ dental. E insiste: «... de la misma manera que he reafirmado la nece­ sidad de que la teología recupere su legítima relación con la filoso­ fía, también me siento en el deber de subrayar la oportunidad de que la filosofía, por el bien y el progreso del pensamiento, recupere su relación con la teología» (n. 101). Ni que decir tiene que esta noble y honrada función deberían asumirla los teólogos y los filóso­ fos cristianos en clave de eclesialidad. «En ésta [relación con la teo­ logía] la filosofía no encontrará la reflexión de un único individuo que, aunque profunda y rica, lleva siempre consigo los límites pro­ pios de la capacidad de pensamiento de uno solo, sino la riqueza de una reflexión común. En efecto, en la reflexión sobre la verdad, la teología está apoyada, por su misma naturaleza, en la nota de la eclesialidad y en la tradición del Pueblo de Dios con su pluralidad de saberes y culturas en la unidad de la fe» (n. 101). Como hemos visto a lo largo de esta exposición, el problema central de la encíclica Fides et ratio es la cuestión de la verdad, cuestión fundamental, ineludible, que cruza todos los tiempos y

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