PS_NyG_2000v047n002p0573_0609
LA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO DE JUAN PABLO II. 601 te, dado que los sueños de la Razón abocaron a tragedias, todo se torna equipolente, pasajero, «indiferente: todo importa menos, todo se mide y nivela bajo la mediocridad, se lleva un estilo de vida cama- leónico, cínico, dionisíaco bajo una norma ligera, blanda (light) en una cultura de la mediocridad. Se propicia el odio contra las exce lencias. En consecuencia, se confunde la fe cristiana con un ligero fideísmo y la filosofía se devalúa. Con el agnosticismo la vida del hombre se mueve en los prime ros niveles sin horizontes trascendentes, es decir, sin capacidad de demostrar la existencia de Dios y de conocer el sentido último de la vida y la razón última del universo, reduciendo todo conocimiento al ámbito de lo fáctico, fenoménico y relativo. Las diversas formas de agnosticismo y relativismo han arrastrado a la investigación filosófica a perderse —como dice el Papa— «en las arenas movedizas de un escepticismo general» (n. 5), lo que induce a algunos «a profesar una desconfianza general escéptica y agnóstica» (n. 45) en la razón huma na. Lo que genera aserciones filosóficas de orientación fenoménica, agnóstica e inmanentista» (n. 54). Una vida humana auténtica no puede cerrarse a priori sin plantearse las cuestiones o problemas más radicales y sin búsqueda y respuestas serias y sinceras. Junto a ese elenco de mentalidades no podemos silenciar otro riesgo: el relativismo, tanto epistemológico como moral. En sentido epistemológico, niega la existencia de verdades absolutas, univer sales y necesarias, no pudiéndose alcanzar, en consecuencia, el fun damento último, la Realidad última. «Una filosofía radicalmente fenoménica o relativista sería inadecuada para ayudar a profundi zar en la riqueza de la palabra de Dios» (n. 82; cf. nn. 5 y 80). En sus incursiones en el campo de la teología reduce a Jesús a la cate goría de un maestro en plano de igualdad con otros. En sentido moral —relativismo moral— niega los valores absolutos, universa les y necesarios. La Moral queda supeditada al relativismo pragmá tico, según el cual la existencia de verdades universales, absolutas, constituiría un atentado contra un espíritu moderno. El inmanentismo inclinaría a la razón sobre sí misma, apartán dola de la Realidad Trascendente reduciéndola a un conciencialis- mo y a un fenomenismo fáctico. Frente a esta postura inmanentista, Juan Pablo II afirma: «La Revelación cristiana es la verdadera estrella que orienta al hombre que avanza entre los condicionamientos de
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz