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600 CEFERINO MARTÍNEZ SANTAMARIA objetiva y, por consiguiente, con el fundamento de la dignidad humana» (n. 90). Al negar cualquier verdad y cualquier valor moral o político, el hombre se sitúa ante la experiencia del todo caos sin sentido y del abismo. Al no existir verdades objetivas, ni fundamentos para la identidad, todo se halla reducido a un orden puramente convencio­ nal. Es la ausencia del fin. No hay fines. El futuro carece de objeti­ vos. Por tanto, carecen de sentido los compromisos de futuro. La postura nihilista encarna una especie de negación dogmática de la misma realidad. De ésta solamente nos llega el humo de sus ceni­ zas, el vaho de su evaporación. El humo y la niebla ciegan no sólo los ojos del cuerpo sino también los del alma. Perdidas las huellas o el rostro de Dios cae el hombre en la más absoluta soledad, nada cabe ya esperar y desaparece también la libertad. Perdido el funda­ mento de la dignidad humana «se hace posible borrar del rostro del hombre los rasgos que manifiestan su semejanza con Dios, para lle­ varlo progresivamente a una destructiva voluntad de poder o a la desesperación de la soledad» (n. 90). Es manifiesta la vinculación de la postura nihilista con el ateísmo, el sistema que más duramente ha marcado la historia intelectual y vital de Europa en el siglo xx. La actualidad de la Fides et ratio resulta, ante todo, de la tras­ cendencia para el hombre de hoy del tema abordado por el Papa. Tras notar que la relación fe-razón no es un problema principalmen­ te teórico, sino existencial, que implica a su vez el de la relación entre verdad y libertad. «Una vez que se ha quitado la verdad al hombre, es pura ilusión pretender hacerle libre. En efecto, verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente» (n. 90). La afirmación de Juan Pablo II se ofrece como una respuesta valien­ te y salvífica al hombre contemporáneo, que ha desvinculado total­ mente la libertad de la verdad. El espíritu postmoderno. «Nuestra época —escribe el Papa— ha sido calificada por ciertos pensadores como la época de la «postmo­ dernidad». Este término, utilizado frecuentemente en contextos muy diferentes unos de otros, designa la aparición de un conjunto de fac­ tores nuevos, que por su difusión y eficacia han sido capaces de determinar cambios significativos y duraderos» (n. 91). Según algu­ nas de las corrientes de pensamiento relacionadas con la postmoder­ nidad, tras el tiempo de las certezas que ha pasado irremediablemen-

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