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594 CEFERINO MARTÍNEZ SANTAMARIA Hemos hablado antes de la crisis de sentido en los hombres de hoy, calificada por Juan Pablo II como uno de los elementos más importantes de nuestra condición actual. Y en esta circunstancia invita a cumplir el gran reto actual, urgente y necesario; pasar del fenómeno al fundamento . «Un gran reto que tenemos al final de este milenio es el de saber realizar el paso, tan necesario como urgente, del fenómeno al fundamento. No es posible detenerse en la sola experiencia; incluso cuando ésta expresa y pone de mani­ fiesto la interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión especulativa llegue hasta su naturaleza espiritual y el fundamento en que se apoya» (n. 83 ). Nos hallamos en la necesi­ dad de una reflexión sapiencial sobre el sentido de la realidad, o en la vertiente específicamente filosófica, «una filosofía de alcance auténticamente metafísico, capaz de trascender los datos empíricos para llegar en su búsqueda de la verdad, a algo absoluto, último y fundamental. Ésta es una exigencia implícita tanto en el conocimien­ to de tipo sapiencial como en el de tipo analítico; concretamente, es una exigencia propia del conocimiento del bien moral cuyo fun­ damento último es el sumo Bien, Dios mismo» (n. 83 ). Corresponde a este saber sapiencial o de la filosofía de alcan­ ce metafísico superar la parcialidad o fragmentariedad de los cono­ cimientos y experiencia en favor de una visión unificada, orgánica del saber, del cual, como enseña el Concilio Vaticano II, es capaz el ser humano. «Éste es uno de los contenidos que el pensamiento cristiano deberá afrontar a lo largo del próximo milenio de la era cristiana. El aspecto sectorial del saber, en la medida en que com­ porta un acercamiento parcial a la verdad con la consiguiente frag­ mentación del sentido, impide la unidad anterior del hombre con­ temporáneo» (n. 85 ). Frente al nihilismo espiritual de nuestros días, la fe debe ser capaz de crear una cosmovisión que dé cuenta de su lógica inmanente, de su coeficiente de sentido interno que se deri­ va del íntimo movimiento de relación, participación e integración, que unifica a todos los seres. 3 . Que dicha filosofía sea de alcance metafísico, capaz de tras­ cender los datos empíricos y adentrarse en lo absoluto, último y esencial de los seres. Mas Juan Pablo II puntualiza: «No quiero hablar aquí de la metafísica como si fuera una escuela específica o una corriente histórica particular. Sólo deseo afirmar que la realidad y la

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