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588 CEFERINO MARTÍNEZ SANTAMARTA genialidad y de su iniciativa, puedan ser dirigidos de manera radical contra él mismo» (n. 47). Señalados los peligros de la separación entre fe y razón para la razón, subraya también los peligros que corre la fe si se aparta de la razón. La fe, separada de la razón, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición. «La razón, privada de la aportación de la revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peli­ gro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal. Es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga mayor incisividad; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición» (n. 48). De ello se deduce que «tanto la fe como la razón se han empo­ brecido y debilitado una ante la otra» (n. 48). La convicción de que nada auténticamente humano es ajeno al universo cultural cristiano le lleva a salir en defensa de la razón a fin de evitar que la propia fe caiga en manos de la mitología y de la superstición. C a pítu lo V. Intervenciones d el Magisterio en cuestiones filo sóficas En el capítulo 5.° muestra las intervenciones del Magisterio de la Iglesia contra los errores que han querido separar la fe de la razón, sobre todo, en relación con el fideísmo y el racionalismo. También se pronuncia contra el «biblicismo». El hecho de que el Magisterio se haya hecho oír con más fre­ cuencia a partir de la segunda mitad del siglo xix ha obedecido a que en aquel tiempo muchos católicos sintieron el deber de contra­ poner una filosofía propia a las diversas corrientes del pensamiento moderno. «Fueron así censurados al mismo tiempo —afirma Juan Pablo II— , por una parte, el fid eísm o y el trad icionalism o radical, por su desconfianza en las capacidades naturales de la razón; y, por otra, el racionalism o y el ontologismo, porque atribuían a la razón natural lo que es cognoscible sólo a la luz de la fe» (n. 52). «También —añade— en nuestro siglo el Magisterio ha vuelto sobre el tema en varias ocasiones, llamando la atención contra la tentación racionalista. En este marco se deben situar las intervencio-

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