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542 MARÍA DEL CARMEN PAREDES MARTÍN limitaciones como invencibles en la forma de existencia del derecho y del poder efectivo y dominante, aceptando también el carácter absoluto de sus determinaciones y de sus contradicciones» (l. c j . Este sufrimiento necesario es la forma como Hegel plantea el des­ contento con la vida limitada en que el hombre se encuentra. Cabe decir que, el descontento o el malestar es la forma de conciencia que se corresponde con la realidad efectiva. Lo que no puede justificarse es la actitud de mantenerse ajeno al mundo — la actitud del «alma bella» según está caracterizada en El espíritu d el cristian ism o — o la simple violencia sin mediación, ya que por ninguna de estas dos vías se consigue «la superación de aquello que desde el punto de vista de la naturaleza es negati­ vo y desde el punto de vista de la voluntad, positivo» (WK 1, 458). El uso del término «negativo» en correlación con el de «positivo» ocurre en este texto por vez primera, aunque la novedad que supone CA en cuanto al vocabulario hegeliano se atenúa teniendo en cuenta el contexto de problemas de otros escritos de esta época, por ejemplo, la crítica a Kant expresada en El espíritu d el cristian ism o. La violencia no es un recurso para la superación (A u fh ebun g ) de lo negativo. La violencia puede ejercerla uno mismo internamente, contra su propio destino, pero también puede ser ejercida desde fuera. «En ambos casos —señala Hegel— el destino sigue siendo lo que es..., el límite no se aparta de la vida por medio de la violencia. La violencia ajena es algo particular con­ tra algo particular» (l. c.). Por consiguiente, las contradicciones gene­ rales existen concretamente como antagonismos que se dan entre elementos particulares, ya sean grupos sociales o individuos. Hegel ve la división de la sociedad alemana como un destino insuperable y las tensiones internas que la agitan como el sustrato de una revolución que todavía está pendiente y que podría hacer realidad aquello desconocido que los hombres buscan incesante­ mente. Por ello llega a sentenciar: «El sentimiento de la contradic­ ción entre la naturaleza y la vida existente es la necesidad (Bedurf- nis) de que sea superada la contradicción, y ésta se supera cuando la vida existente ha perdido su poder y toda su dignidad, cuando ha llegado a ser algo puramente negativo» ( 7. c j . El tema de la «necesidad» se presenta, por tanto, en un contexto de conflicto extremo y como resultado de su radicalización. En el escrito de la

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