PS_NyG_2000v047n002p0511_0534

DOS FILOSOFÍAS DEL ESPÍRITU: UNAMUNO Y HEGEL 515 se convierte del mundo del sentido común al mundo del espíritu. «Sancho, que no ha muerto, es el heredero de tu espíritu, buen hidal­ go, y esperamos tus fieles en que Sancho sienta un día que se le hin­ cha de quijotismo el alma, ... y vuelva a la vida de aventuras, conver­ tido en caballero andante. Y entonces, Don Quijote mío, entonces es cuando tu espíritu se asentará en la tierra»8. La teoría unamuniana del espíritu es heredera de la Ilustración y su programa de investigación tal como fue planeado por Kant en su tercera crítica. El núcleo de la Ilustración es el hombre y su radi­ cal libertad, que le funda como individuo único. Eso está expresado en el «Atrévete a ser tú mismo». Ese atrevimiento del individuo es lo que funda el ‘ideal’, que no depende de su naturaleza, sino de su espíritu que se asienta en una voluntad creadora. No es la inteligen­ cia, sino la voluntad la que nos hace ver el mundo, y al viejo aforis­ mo escolástico de Nihil volitum qu in praecagn itum , «nada se quie­ re sin haberlo antes conocido», hay que corregirlo con un Nihil cognitum qu in praevolitum, «nada se conoce sin haberlo antes que­ rido» 9. El espíritu, en la filosofía unamuniana, es voluntad creadora tal como plantearon los jóvenes hegelianos con los que Unamuno tiene una clara relación. El individualismo radical de Unamuno está relacionado con el individualismo de los jóvenes hegelianos que defienden la unicidad del individuo frente al absoluto hegeliano, interprétese como se quie­ ra. El hombre tiene un yo caduco y perecedero que se manifiesta en su conciencia reflexiva tal como ha puesto de manifiesto toda la filo­ sofía moderna al interpretar el cogito cartesiano como ‘Cogito me cogi­ ta re’. Frente a ese yo empírico, caduco y perecedero y asentado en la conciencia, existe para Unamuno un yo eterno, que él interpreta como una ‘idea divina’ que se asienta en Dios, Conciencia del Universo. Esa idea en Dios, que es nuestro yo eterno, está personalizada en cada uno de nosotros como individuo concreto. No se trata de una idea general, sino de la expresión de la suprema individualidad. La rela­ ción idea-individuo en Unamuno es muy peculiar. La idea no es algo general, sino el máximo de individualidad en su expresión de eterni- 8 OC, III, p. 247. 9 OC, III, p. 130.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz