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vida del espíritu no es la vida que se espanta ante la muerte y se preserva del estrago, sino la que soporta la muerte y se conserva en ella. El Espíritu no obtiene su verdad más que encontrándose a sí mismo en el desgarramiento absoluto... No, el Espíritu es esa poten­ cia sólo en la medida en que contempla lo negativo cara a cara y se detiene junto a él»3Ó. La esencia del espíritu es la negatividad, que a su vez es poten­ cia o acción creadora. El espíritu como extranjero en la naturaleza (lo Otro de la naturaleza) planta cara a su negatividad, que es la muerte en la naturaleza y se crea en el plano ontologico como Yo abstracto al ponerse a sí mismo en un acto creador fuera de la naturaleza. Y después de haberse puesto fuera de la naturaleza se crea como un ‘sí mismo’ (de acuerdo con su proyecto o ideal) en el plano metafisico. Y este ‘sí mismo’, que es autoconciencia y como tal acción creadora se realiza como hombre histórico en el plano fenomenologico gracias a la acción concreta de la lucha y el trabajo. Éste es el camino fenomenologico que ha seguido Don Quijo­ te. Don Quijote nace al espíritu como loco, marginado y extranjero en el mundo de la naturaleza. Pero él sabe quién es en la radicali- dad de su soledad. Se arma caballero andante, se da su ‘sí mismo’ en el ideal de Dulcinea, y sale finalmente al mundo para construirlo y crearlo con sus obras, con sus hazañas de acuerdo con el ideal que se ha dado. Y cuando se encuentra con el momento supremo de la muerte su heroísmo llega al máximo. «Tu muerte fue aún más heroica que tu vida, porque al llegar a ella cumpliste la más grande renuncia, la renuncia de tu gloria, la renuncia de tu obra. Fue tu muerte encumbrado sacrificio. En la cumbre de tu pasión, cargado de burlas, renuncias, no a ti mismo, sino a algo más grande que tú; a tu obra. Y la gloria te acoge para siempre»37. Lo sustantivo de la filosofía del espíritu de Don Quijote es su obra con la cual ha ido poblando el mundo como creación suya y haciendo retroceder a la irrealidad de la muerte, dando contenido al sueño de la vida. «Mejor que indagar tu sueño y nuestro sueño escu­ driñando el Universo y la vida, mejor mil veces obrar el bien. DOS FILOSOFÍAS DEL ESPÍRITU: UNAMUNO Y HEGEL 531 36 H egel , Fenomenología del espíritu, pp. 29-30. 37 OC, III, p. 244

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