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DOS FILOSOFÍAS DEL ESPÍRITU: UNAMUNO Y HEGEL 529 de partida en el espíritu tal como es visto por la tradición cristiana, la única que es verdaderamente antropológica. La tradición judeo-cristiana es la que ha introducido en la filo­ sofía occidental la categoría de individuo libre y único. «El hombre no es un representante cualquiera de su ‘especie’ eterna e inmutable dada: es creado y se crea como individuo único en su género»32. Ésa es la diferencia fundamental del hombre con respecto al animal. Cada animal es una manifestación empírica de la idea o esencia eterna de la especie, el hombre, en cambio, cada hombre es único en su géne­ ro. Para el cristianismo, el hombre es un extranjero en el mundo de la naturaleza. Éste es un tema muy tratado por poetas como Hölder­ lin y Trakl, y que es un motivo fundamental de la reflexión heideg- geriana acerca del hombre. Por eso el hombre, según Heidegger, no puede ser definido como ‘animal racional’, y cuando así se hace, se traiciona la esencia misma del hombre. Por ser el hombre un extran­ jero en el mundo de la naturaleza está obligado a crear su propio mundo: el mundo histórico del hombre. La interpretación heideggeriana de los poemas de Trakl tiene un parecido muy claro con la interpretación unamuniana de D. Quijote. Para Trakl el alma es ‘un extranjero en la tierra’, y como tal extranjero es un ‘peregrino’ que camina a la búsqueda del lugar que le es pro­ pio. El alma, como extranjero en la tierra, ha escuchado la llamada y se ha puesto en camino hacia su propia naturaleza, a la búsqueda de su propiedad, de su lugar. Como peregrino en la tierra el alma no huye de la tierra, sino que camina en la búsqueda de su naturaleza en la tierra. ¿,Quién llama al extranjero? La muerte. La experiencia de la muerte es la experiencia del alma como extranjero en la naturale­ za. Desde esa experiencia anímica de extrañeza de la naturaleza, el alma se siente llamada a salir de la naturaleza (especie natural) y acceder a la soledad del espíritu, que es lo otro de la naturaleza, que se individualiza, se extraña y de ese modo llega a ser el marginado, el extranjero, que, apartándose de la naturaleza, se recoge en su lugar, que no es otro que la soledad de su radical individuación. El alma como extranjero, como peregrino camina a la búsqueda de la verda­ dera esencia del hombre: el espíritu. El núcleo de esa esencia del 32 A. Kojeve, o . c ., p. 133 .

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