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528 CIRILO FLÓREZ MIGUEL interesante para ver el planteamiento unamuniano de su filosofía del espíritu, que también es una antropología. La filosofía hegeliana del espíritu, interpretada como antro pología, tiene como su categoría inicial la Negatividad. Es decir, no es algo dado, sino una acción que se crea a sí misma al postu larse como un ideal a realizar. La negatividad, que constituye ori ginariamente al hombre, es la que le lleva a su escisión en sujeto y objeto, en espíritu y naturaleza. En el centro de esta escisión se coloca el hombre como existencia humana. La existencia, como el ser peculiar del hombre, es la conciencia que por cierto está íntimamente ligada a la experiencia de la muerte. Gracias a esa conciencia de la escisión que le separa de la naturaleza y le engendra como espíritu, el hombre es el único ser de la naturale za que se sabe mortal y que se enfrenta conscientemente al fenó meno de la muerte. Al saberse mortal, el hombre inicia un proceso de autocom- prensión de su propia vida. Ésa es la Fenomenología del espíritu: el camino de la autoconciencia humana, que busca un sentido para una existencia que se sabe mortal. Ésa es también, en definitiva, la fenomenología del espíritu de Don Quijote, que, después de haber recorrido el mundo, vuelve a su aldea a enfrentarse con la muerte, y es la proximidad de la muerte la que le desvela el secreto de su vida. Pero la posición de Hegel y Unamuno ante la muerte como desveladora del secreto de la vida es muy diferente. La negatividad como categoría central de la antropología de Hegel implica que el sujeto es constitutivamente acción teleológica, acción creadora que vive en función de un ideal. Y eso es lo que caracteriza al absoluto como espíritu, «el más sublime concepto, que pertenece a los tiempos modernos y a su religión. Sólo la entidad espiritual es la entidad objetivamente real; ella es la realidad esencial o la entidad existente en sí»31. La idea hegeliana de espíritu se identifica con el hombre y su acción creadora de un mundo no natural: el mundo his tórico. El hombre no es la continuidad del animal, como piensa la filo sofía de la naturaleza, sino un comienzo absoluto que tiene su punto 31 H eg el , Fenomenología del espíritu (traduc. W. R oces ), FCE, México 1966, pp. 19-24.
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