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522 CIRILO FLÓREZ MIGUEL raíz de la independencia de estos pueblos con respecto a la metró poli, y es también un movimiento cultural que caracteriza muy bien la cultura europea del último cambio de siglo. En una y otra forma de modernismo, el elemento estético es fundamental, y llega a representar todo un modo de vida frente al cual se define la actitud ética de Unamuno. El modernismo es un estilo, el ‘nuevo estilo’ de fin de siglo; mientras que Unamuno está contra estilo, contra el ‘buen gusto’ como modo de vida. Para él, como para los románti cos, el arte es un acto, es una forma de obrar, es creador de ver dad. «El arte es la suprema verdad, la que se crea en fuerza de fe. Ningún embustero puede ser poeta. La poesía es eterna y fecunda como la visión»22. Un elemento fundamental de la filosofía de Unamuno es su teo ría de la creación, que él opone a la teoría de la cultura como repre sentación. Dentro de esta contraposición puede encajarse su oposi ción a los partidarios de la estética (modernistas) y la conciencia de su misión como una misión ética, así como su concepción del arte como una forma de ejecutar la verdad. El gran combate épico de la Vida d e don Quijote y S an ch o es el combate entre el héroe, que tiene conciencia de su misión en la soledad de su yo profundo, y los burladores, que se quedan en el aspecto apariencial de las haza ñas de Don Quijote sin llegar a captar su verdadero sentido. Por eso, para ellos, Don Quijote no es ningún héroe, sino un loco diver tido con el que entretienen su vida. La contraposición unamuniana entre lo aparencial y lo sustan cial puede apreciarse en su alcance analizando la teoría unamunia na del sueño. Unamuno contrapone en este punto a Shakespeare y a Calderón. Para Shakespeare la vida es un sueño al que cabe apli car una frase de la Ilíada, que ha impresionado mucho a Unamuno y que repite una y otra vez. «Los dioses traman y cumplen la perdi ción de los mortales para que los venideros tengan algo que con tar». De acuerdo con esta interpretación de la vida como sueño, los dioses serían los grandes burladores, y nosotros, los hombres, unos pobres muñecos, cuya función sería la de entretener el ocio de los dioses. Frente a esta interpretación shakespeariana de la vida como 22 OC} III, p. 188.
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