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496 BERNARDINO DE ARMELLADA terminar el segundo milenio, la Iglesia se ha convertido nuevamen­ te en Iglesia de mártires... En nuestro siglo han retornado los márti­ res, frecuentemente ignorados, como «soldados desconocidos» de la gran causa de Dios. En cuanto es posible, sus testimonios no deben q u e d a r p erd id o s en la Iglesia..., es preciso que las Iglesias locales hagan lo posible por no dejar que se pierda la memoria de cuantos han sufrido el martirio ...»l. A esto hay que añadir las palabras del mismo Juan Pablo II en su libro Atravesar el um bral d e la esperanza: «Los santos de nues­ tro siglo han sido en gran parte mártires». Tras un recuerdo al gran número, de testimonios humanos entre los muertos en los campos de concentración del nazismo, cita las figuras de Maximiliano Kolbe y Edith Stein, subrayando que -antes todav ía están los mártires d e la gu erra civil en España »2. QUIÉNES Y POR QUÉ SON MÁRTIRES Las palabras del Papa adquieren un valor de valentía y claridad frente a los que, con ánimo estrecho o prejuicios partidistas, han pretendido desvirtuar el carácter de testimonio supremo en favor de la fe, en la muerte violenta de tantas víctimas, reconocidas como mártires por quienes vivieron sus mismas circunstancias. El Papa cita en primer lugar a los m ártires d e l n azism o. En relación con los muertos en los campos de concentración nazi, es significativo el caso del franciscano Maximiliano Kolbe, famoso ejemplar de caridad cristiana. Detenido en el campo de concentra­ ción de Auschwitz, en un acto supremo de amor al prójimo, entre­ gó su vida a cambio de la de un compañero de prisión. El 17 de octubre de 1971 el papa Pablo VI lo beatificaba, pero no como már­ tir. Su título en el catálogo de los beatos era de «confesor» de la fe, con su vida y muerte. Su oficio litúrgico sería el correspondiente a los pastores de almas y misioneros. Se ve que, si bien era tenido 1 J uan P ablo II, Carta apostólica Tertio millennio adveniente, n. 37; cf. AAS 85 (1995) 29. 2 G iovanni P aolo II, Vareare la soglia della Speranza, Ed. italiana, Milano 1994, p. 193.

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