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466 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA ño imposible que persiste. Y al persistir es porque, en cierto modo se realiza. En cierto modo... Así, la verdadera historia del hombre sería más que la de sus logros la de sus ensueños y desvarios; la de sus persistentes delirios»19. Los diversos intentos de deificación, en el fondo, son esfuerzos por llegar a desbordar los límites de lo humano, ocupando más espa­ cio del que realmente pertenece al hombre. Y la impotencia de ser dios provoca que lo divino devore y destruya la existencia del hom­ bre. De aquí que una correcta interpretación y liberación del hombre consista en «reducir lo humano», «dejar sitio a la divino», «reducirse», «entrar en razón», «recobrarse». Lo que sólo se consigue cuando el hombre descubre «lo divino verdadero»20. Todo este profundo entramado de fuerzas, anhelos y fatalida­ des es presentado por M. Zambrano bajo la imagen del rey-men- digo. El proceso* de deificación es semejante al que tiene lugar cuando el ímpetu ascensional lleva al hombre a querer salir de la mendicidad para cubrirse de esplendor, para coronarse rey. Por­ que «el mendigo sólo puede borrar enteramente su condición, no si queda en la simple situación de no haber de pedir nada a nadie, sino en la contraria de dar, de conceder todo favor, de dispensar y de mandar. Sólo cuando manda el hombre se siente redimido de su condición esencial de tener que pordiosear lo que necesi­ ta... El hombre necesita mandar, convertir su pobreza originaria en poder; encubrir su desnudez, esa desnudez que no puede exhi­ bir, revistiéndola de esplendor. Y de ceñir su desamparada cabeza con una corona»21. De manera semejante, el proceso de deificación revestiría al hombre de algo extrahumano, de algo divino. Así la «sustancia» del ser humano, el sustrato último, las «entrañas» (calificadas por M. Zam­ brano como «ocultas» e «infernales») «nunca dejarán de vivir del todo. Serán lo que es toda la vida semiescondida: inspiración. Inspiración 19 HD 153-154. 20 Todas estas ideas se encuentran sugeridas por primera vez, sin que se desa­ rrollen, en la «introducción* de la obra (HD 23-24). Cf. M. Z ambrano , Persona y demo­ cracia, Barcelona 1988, 73- 21 HD 159-160.

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