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cualitativas para crear un espacio de libertad. En un segundo momento, el hombre inicia el trato con la realidad a través de los dioses. Lo divino está surgiendo de lo sagrado al crear poética­ mente el hombre imágenes sagradas con las que conforma la rea­ lidad. Los dioses propiamente responden a la pregunta por la vida humana, no por las cosas. Pero la pregunta, por sí misma, supone la aparición de la conciencia en el hombre. Luego llega la filosofía y, desde el vacío de ser dejado por los dioses, surge su pregunta por las cosas. Los dioses desaparecieron, pero prepararon el cami­ no para la especificación de la realidad en géneros y especies. La filosofía llegó hasta la realidad con una actitud distinta de la poe­ sía, que había sido la creadora de los dioses y sus historias sin lle­ gar a penetrar en el fondo de la realidad escondida. La filosofía se hundió en esa misma realidad originaria para alcanzar la contextu­ ra y la unidad del ser. Este largo camino lleva consigo el desvela­ miento de la condición humana que fue posible tanto por unas primeras acciones sagradas (el sacrificio) como por obra de la poe­ sía (creando las imágenes de los dioses) y de la filosofía (pregun­ tando por las cosas). En todo este proceso, el hombre pasa de un ensueño a otro, tra­ tando de realizar el más hondo de todos: alcanzar la deificación, el proceso más natural del hombre, que aflora y se clarifica en la histo­ ria de ser hombre sin llegar nunca a realizarse por ser imposible. Por­ que al final le espera al hombre otro lleno sagrado (un fondo seme­ jante al inicial del que el hombre se fue despertando), que no puede articularse y que tampoco permite articular el ser, que no podrá ser desvelado en su absoluta mudez. Y que misteriosamente colabora con el ser y le sirve. LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA DE MARÍA ZAMBRANO... 463 PALABRAS INTRODUCTORIAS Viniendo a desentrañar los dos términos que hemos incluido en el título de este trabajo, comenzamos por fijarnos en la antropología. El hombre es el único ser que guarda en su memoria los esta­ dos de ánimo y, a pesar de la aparición y desarrollo de la concien­ cia y del pensamiento, no ha perdido su raíz metafísica, su inser-

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