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488 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA b) Kierkegaard: «La precariedad e indigencia del ser mismo del hombre —otra vez el mendigo frente a Dios—, mas cargado por el fardo de una culpa»135. c) Nietzsche: «la continuación «lógica» del idealismo ávido de deificación en el super-hombre»136. M. Zambrano habla más largamente de Nietzsche en cuanto réplica del idealismo que, al dirigirse a lo divino, hizo que el hom bre no tuviera figura. Nietzsche parte del momento en que le hombre «clama a un dios inexistente —al vacío de Dios— y queriendo dejar definitiva mente de ser el mendigo, engendra un dios en su soledad»137. Con ello, el hombre destruyó sus límites y se volvió a situar en el caos primario de vida bajo la dirección de Dionysos, que como «dios de la vida, la vida misma no sometida a forma, huyendo de forma en forma, liberaría a la criatura llamada hombre de ese su destino “humano” por ella elegido, su fatal error»138, que consiste en partir con la carga del mal y sentirse obligado a hacer el bien. El hombre recorrería un camino que le llevaría de la inocencia del animal a la condición divina. Pero ese recorrido no pudo pres- 135 HD 165. 136 Ibid. M. Zambrano simplemente insinúa, a propósito de la angustia señala da por Kierkegaard, que ya Pascal había hecho sentir el vacío que separa al hombre de Dios y lo atrae («la infinitud ínsita en su ser no-ser»). Y que esta situación la había mantenido la poesía. Así, en Cervantes, Dulcinea sería «lo inaccesible que se cierne sobre todo esfuerzo humano, como enigma permanente». Skakespeare presenta su creación humana «vacilando y atraída por igual entre el ser y el no ser». Calderón nos ofrece un Segismundo «criatura hecha de sueño, sombra de sueño, humano tam bién, cifra y compendio del hombre. Príncipe y mendigo, hombre sin más». Y ya en la poesía romántica, Hölderlin, en una aventura de super-hombre, «reta a lo divino, lo provoca y a pesar de que el hombre ya está logrado y se posee en su conciencia, vuelve a ser devorado por lo divino» (HD 165-166). 137 HD 167-168. 138 HD 170. M. Zambrano relaciona la posición de Nietzsche con el Génesis: «Nietzsche podía haber escrito un relato, de acuerdo con el Génesis sobre la pérdida de la inocencia originaria por haber comido de la fruta prohibida, mas en sentido inverso. Pues el “seréis como dioses” fue el engaño de la serpiente —diría Nietzs che— porque el destino de ser dioses se hubiera cumplido de no haber probado jamás ese fruto de ceniza, que convierte en espectro la vida» (HD 171).
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