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LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA DE MARÍA ZAMBRANO. 479 Finalmente, nos encontramos con el dios desconocido, el dios invisible, «fondo último de la realidad, de donde emanan las razo­ nes y sinrazones no dichas por ningún oráculo»8Ó. Este dios tiene su propia luz, aunque encierra el aspecto de ser contrario a la diafanidad. Es una luz de tragedia en la que se mani­ fiestan «los conflictos trágicos, las pesadillas que pueblan el semi- sueño de la vida humana, el interior de esa «sombra de sueño» que es el hombre»87. Con este dios se relaciona la tragedia. En primer lugar de los grandes sacrificios humanos (Edipo, Antígona) en los que se descu­ bre el sentido de la vida. Luego, porque la tragedia dará «figura a las pretensiones de existir, a la pretensión de existir en que consiste la condición humana. Una ausencia del ser también más allá del ser de las cosas y que no podrá «fundar» la filosofía, sino ese saber trá­ gico cuya pregunta inicial será la queja, el llanto»88. La luz de este dios desconocido tiene una función precisa, ya que la resistencia a la luz del dios desconocido obliga a la concien­ cia filosófica a aspirar a la unidad no hecha, a restituir o donar la unidad perdida o no alcanzada a un ser que es alguien; manifiesta «el ser en conato abierto a la esperanza»89. EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA Los dioses no son la última etapa en la historia del hombre. Los dioses son una mediación hacia la pregunta de la filosofía: ¿qué son las cosas? 90 86 HD 63. 87 HD 63. 88 HD 64. 89 HD 65. 90 Cf. HD 35, 60, 298-299. A la hora de hablar del nacimiento de la pregunta de la filosofía, M. Zambrano recuerda dos posibles explicaciones, la de Ortega y Gasset y la de Comte. En el primer caso, nace la pregunta por el vacío de ser habi­ do en los dioses griegos y la nostalgia de buscarlo en las cosas de la naturaleza. En Comte, el espíritu filosófico habría nacido frente a los dioses. M. Zambrano se apun­ ta a la opinión de Ortega y Gassset (cf. HD 60-61, 66). Sobre la filosofía como una actitud existencial nueva, puede verse S. S evilla , «La razón poética: Mirada, melodía

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