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472 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA «La demanda de la esperanza sufre también su delirio en el que se despliega la vida. El delirio se convierte entonces en exaltación que llega a la embriaguez. Entonces, esa instancia superior y desco­ nocida se hace sentir dentro del hombre mismo. Es dentro de sí, donde siente esa realidad suprema que le impulsa y le lleva sobre todo obstáculo. La realidad en torno no se le presenta como enemi­ ga y la pesadilla del terror ha desaparecido.... Porque la vida huma­ na se da inicialmente en estas dos situaciones que corresponden a las dos manifestaciones de lo sagrado: la doble persecución del terror y de la gracia»48. EL NACIMIENTO DE LOS DIOSES El nacimiento de los dioses supondrá el fin del delirio de per­ secución y la manifestación de lo humano al lado de lo divino 49. Con los dioses surge la posibilidad de preguntar a alguien sobre la propia vida humana. La llegada de los dioses contribuye igualmente al desvelamiento de la conciencia, la libertad y la conformación de la misma libertad50. ¿Cómo tiene lugar la aparición de los dioses? El hombre se encontraba en una realidad confusa y sin medi­ da. Sintiéndose extraño y confundido, se dirige a esa realidad con acciones específicas, sagradas, con las que quiere orientarse en esa realidad inmensa e innominada. Así surge la piedad que «es saber tratar con lo otro», que, a su vez, es «simplemente tratar con la reali­ dad»51. Y la primera forma de piedad, la forma sagrada por exce­ lencia, es el sacrificio. Este tiene varias finalidades: a) Es un pacto «en que se ofrece algo a cambio de lo demás», «ofrecerse para rescatarse»52. Con ello se crea un espacio vital para el hombre. 48 HD 34. Cf. también HD 32. 49 Cf. HD 30, 34, 234; A. M ari , -De divina inspiratione», en Litoral, 1983, nn. 124-125-126, 34-39. 50 Cf. HD 28, 35, 36, 41-43, 235. 51 HD 207. Cf. también HD 208-209, 236. 52 A este respecto escribe: «El sentido “práctico” del sacrificio debió ser un dar lugar a una especie de “espacio vital” para el hombre; por medio de un intercambio