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ESPERANDO SU VENIDA. COMENTARIOS HEIDEGGERIANOS... 453 La existencia histórica que resulta del análisis precedente es una existencia que «se ha hecho»; y es una existencia in fieri, que se hace mediante hechos nuevos, mediante decisiones personales. Estas conducen a una nueva visión de la vida, de la realidad; todo cambia de perspectiva y todo es valorado de un modo nuevo cuan do irrumpe un nuevo aicju y se entra en él. Una característica fundamental de toda existencia histórica es la temporalidad, que aparece de modo destacado en la existencia cristiana primitiva. La comunidad cristiana primitiva no sólo vive en el tiempo; no sólo es consciente de que el proceso de realización de su existencia es un proceso temporal, sino que vive el tiempo. La existencia cristiana primitiva es «esencialmente» temporal y vive la temporalidad. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Segura mente la más viva y notoria es la espera; espera del futuro, de la vuelta del Señor en la parusía, espera de la escatología o de las realidades últimas y definitivas. Esa espera temporal hace que la comunidad viva en tensión constante hacia el futuro; y la tensión se convierte en inquietud y en tribulación, ya que mientras se per manece en este período temporal de la espera, nada es definitivo y todo se puede perder. Todo esto hace que la temporalidad sea esencial a la existencia cristiana. Pero la temporalidad de esta existencia cristiana es una tempo ralidad particular, que no se rige principalmente por el calendario. La espera no se mide cuantitativamente, por lo que falta; no se sabe ‘cuándo’ será la parusía. La manera de vivir el tiempo no puede depender de una fecha, que puede estar cercana o lejana cronológi camente. La venida del Señor será de improviso, como la de un ladrón. De ahí que la respuesta de Pablo al «cuándo» sea ésta: Estar siempre preparados y dispuestos. No es una respuesta temporal, sino que el tiempo queda integrado o superado en un modo de ser de la existencia; el tiempo es tiempo humano, tiempo vivido. Para designar este tiempo que Heidegger afirma en la existencia cristia na, se recurre al concepto de /ca¿poc, que en la tradición griega indi caba ya el tiempo humano, o tiempo oportuno para la acción huma na, y en la tradición bíblica, y concretamente en Pablo, era además tiempo de gracia o tiempo salvífico. Esto parece lo fundamental que Heidegger descubre en la exis tencia humana en las cartas de Pablo a los gálatas y a los tesaloni-
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