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ESPERANDO SU VENIDA. COMENTARIOS HEIDEGGERIANOS... 447 En definitiva, «el ‘cuándo’ de la parusía está determinado por el ‘cómo’ del comportamiento; y éste está determinado por la realiza­ ción de la experiencia fáctica de la vida en cada uno de sus momen­ tos» 49. La segunda carta a los tesalonicenses representaría, según Heidegger, la respuesta de la comunidad a la predicación de Pablo. Los que creen que la parusía depende de cómo viven, se sienten solicitados para conservar la fe y el amor. «Los que piensan así, se angustian en un sentido auténtico, en el signo de la verdadera pre­ ocupación de si podrán realizar las obras de la fe y del amor, y si perseverarán en ellas hasta el día decisivo. Pero Pablo no los ayuda, sino que aumenta aún más su necesidad (II Tes 1, 5)... Se trata de rogar a Dios, para que uno sea digno de la llamada (II Tes 1, l l ) » 50. Frente a los que lo han entendido rectamente, Pablo menciona a los que, esperando pronto la parusía, no quieren trabajar y andan mariposeando. «Para esas gentes la despreocupación ante la contin­ gencia de la vida consiste en no hacer nada. Se inquietan mundana­ mente en la múltiple actividad del hablar y no hacer nada, y son carga para los demás»51. El hecho de que Pablo afirme luego que antes de la venida del Señor vendrá el hombre del pecado, el hijo de la perdición, el anti­ cristo, ha hecho pensar a algunos que Pablo suavizaría sus afirma­ ciones de la primera carta, ya que la parusía no sería inminente. Heidegger cree que no se daría disminución alguna, sino una mayor tensión, que se refleja en las expresiones paulinas. «La carta entera es aún más apremiante que la primera; no hay retractación alguna, sino tensión aumentada»52. El sentido de la predicación del anticristo es éste: Uno debe ver al anticristo como tal; y se verá quién es verdaderamente cristiano en esto: en que reconoce al anticristo. Ante su llegada todos debe­ rán tomar una decisión; también los despreocupados se decidirán, poniéndose de relieve que son tales. La venida del anticristo impli­ ca, pues, una tensión y una decisión; y Pablo recomienda a los tesa- 49 Ibid., p. 106; cf. pp.150-151. 50 Ibid., p. 107. 51 Ibid., p. 107. 52 Ibid., p. 108; cf. II Tes 1, 3-4.11; 2, 8-14; 3, 1.

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