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444 MODESTO BERCIANO V1LLALIBRE general y sobre todo frente a la metafísica de tradición aristotélica. Es una postura rígida. Por otra parte, no correspondería a la com­ plejidad y a las limitaciones que ha tenido presentes la teología natu­ ral en los grandes autores a lo largo de la historia, ni a la que pre­ senta en la actualidad, tanto en autores católicos como protestantes. Pero no vamos a entrar aquí en este tema. En el contexto en que lo menciona Heidegger, se trataría una vez más del momento de la destrucción fenomenológica de la manera de entender la realidad de Dios, para contraponerle la experiencia religiosa de Dios en la comunidad y en Pablo. ¿Cómo habría, pues, que determinar la objetividad de Dios? Parece que la vía es la praxis vital. Heidegger hace notar a conti­ nuación las palabras de Pablo: «Vosotros sois nuestra gloria y nues­ tro gozo» (Tes 2, 20); y comenta que «Pablo quiere lograr su propia seguridad mediante su éxito entre los tesalonicenses... La vida de Pablo depende del estar firmes los tesalonicenses en la fe. Pablo se entrega, pues, totalmente al destino de los tesalonicenses»40. «Voso­ tros sois mi esperanza ante la parusía. Vosotros, tal como habéis lle­ gado a ser y continuáis siendo, lo sois mediante mi predicación apostólica, mediante mi preocupación por vosotros; esto es, voso­ tros sois mi auténtico ser, pues si no fueseis así, habría en mí un fallo en mi preocupación y en mi labor»41. De manera más concreta: «Los tesalonicenses no son para él esperanza en un sentido humano, sino en el sentido de experimen­ tar la parusía. Esta experiencia es una absoluta tribulación, que per­ tenece a la vida misma de los cristianos... Esta ansiedad es una característica fundamental, es una absoluta preocupación en el hori­ zonte de la parusía, de la vuelta final. Con esto nos introducimos en el mundo propio (Selbstwelt) de Pablo»42. Heidegger explica a continuación este mundo de Pablo. «Pablo vive en una tribulación característica, propia de él como apóstol; vive en la espera de la vuelta del Señor. Esta tribulación articula la situa­ ción propia de Pablo. A partir de ella se determina cada instante de 40 Ibid., p. 97. 41 Ibid., p. 140. 42 Ibid., pp. 97-98.

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