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ANTROPOLOGÍA. CRISTOLOGÌA. POBREZA 361 tiniana: el noverim Te, noverim m e9. Conocer a Dios y conocer al hombre. Y el lema agustiniano viene a dar toda una concepción cristiana de la existencia, que Buenaventura desarrolla de acuerdo con los motivos teológico-literarios de sabiduría, justicia y gracia. Buenaventura toma aquí el concepto aristotélico de sabiduría como conocimiento de la causa primera 10, aunque el concepto aris totélico está matizado para traerlo a las exigencias del saber teológi co, no sólo se trata del conocimiento especulativo e intelectual, sino también el conocimiento saporativo y experimental. Así el principio de la humildad es reconocer la condición creada del hombre. Su origen en Dios y su creación de la nada. El noverim Te, noverim me de san Agustín toma aquí una expresión concreta: reconocer la propia nada y la sublimidad del primer principio. A este conoci miento se le puede llamar sapiencial y experimental n . Es, quizás, una variante cristiana del gnothi sautón de la tradición socrática que invita al hombre a descubrir el valor de la introspección psicológica y de la reflexión moral, aunque el sentido primero quizá fuese dife rente: conocerse a sí mismo para concluir que se es hombre y no un dios. Invitación sobre todo a la mesura, al métrios, quizá motiva do por una cierta conciencia de la innata miseria y finitud humanas y que conlleva el esfuerzo ético por superar la hyb ris12. Aunque quizás este llamado por E. Gilson «socratismo cristiano» tenga unos orígenes distintos y una significación diferente de la del lema del templo de Delfos; ha podido entrar en la espiritualidad cristiana por otros cauces. Quizá quien por vez primera introduce este tema en 9 Cf. S an A g u stín , Soliloquia 1, 1 (PL 32, 868). 10 Cf. A ristó teles , Metaphisica 1,1. 11 «Quoniam ergo omnia, quaecumque facía sunt, ab uno principio manant et de nihilo sunt producía : ille vero sapiens est, qui veraciter recognoscit suam et alio- rum nihilitatem et primi principi sublimitatem», QQ de perfectione evangélica q.l, concl. (V, 120). 12 No cabe duda que en la filosofía antigua se detectan elementos de los que se pudiera pensar que son bases para una teoría del ideal de la humildad, aunque este ideal nunca se haya formulado expresamente, aunque se ha expresado la idea de enseñar al hombre el sentido de la mesura y se le ha inspirado el sentimiento de sus propios límites. Es la ética de pensar en el justo valor y actuar consecuentemen te. Cf. R. A . G a u t h ier , Magnanimité. L ’ideal de la grandeu r dans la philosophie païen e et dans la théologie chrétienne (Bibliothèque Thomiste, 28) Paris 1951, 405- 417. De esta obra hay reedición de 1999.
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