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EL HIJO DEL HOMBRE 357 riciones deben ser entendidas en este sentido (ICor 15, 8); también Mt 28, y probablemente todas las apariciones, son entendidas como manifestaciones del Exaltado. Este contexto de la fe cristiana original estuvo unido, muy pro­ bablemente, a la idea o el título de Hijo del hombre y a su testi­ monio en el juicio (en las representaciones apocalípticas del mismo: «el que se avergonzare...»). También el desarrollo ulterior demuestra que el centro de la predicación lo constituye el Exalta­ do, antes de que se descubriese el sentido de la cruz. Es claro que el acontecimiento pascual fue comprendido en pri­ mer lugar como exaltación, es decir, como la justificación y la rúbrica divina de la obra de Jesús (ITim 3, 16), como entronización en un lugar de dignidad ante Dios, no simplemente como la resurrección en cuanto superación de la muerte. Esto es lo que significan fórmulas como Rom 1, 4; Hch 2, 36; 13, 35..., lo mismo que las síntesis cristoló- gicas de Pedro en el libro de los Hechos (aunque se trate de «compo­ siciones lucanas» puestas en labios de Pedro), así como también la posición central de Kyrios en la tradición utilizada por Pablo (ICor 12, 3; Rom 10, 9; 8, 4) y de su propia teología. Mucho más importante es Hch 7, 56 porque se halla en un estrato especial de la tradición que se conserva en el cuarto Evan­ gelio. 1.2. La segunda excepción la tenemos en el libro del Apoca­ lipsis: «... y vuelto vi siete candeleras de oro, y en medio de los can­ deleras a uno, semejante a un hijo de hombre, vestido de una túni­ ca talar y ceñidos los pechos con un cinturón de oro» (1, 13). «Miré y vi una nube blanca, y sentado sobre la nube a uno semejante a un hijo de hombre, con una corona de oro sobre su cabeza y una hoz en su mano» (14, 14). En ambas visiones, Cristo es definido como el Hijo del hom­ bre. La inspiración de los do textos se halla en Dn 7, 13; conserva, por tanto, su tinte apocalíptico misterioso para describir el cual se recurre al adverbio comparativo «como» (= ómoios). La representación tradicionaL del Hijo del hombre ha sido enri­ quecida con material heterogéneo distinto de la tradición sinóptica.

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